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A Peña Morena desde Lozoya (7 de noviembre de 2015)

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Volvimos al Valle del Lozoya, el Valle de los Neandertales. Esta vez subimos a Peña Morena (1.832 m.), una cumbre secundaria situada por debajo del pico del Nevero y del cordal de los Carpetanos, próxima al puerto de Navafría. Esta cumbre no viene indicada en el mapa Sierra Norte de la Tienda Verde, pero sí aparece mencionada en el mapa Sierra de Guadarrama de ediciones La Librería.
 
Nuestra ruta circular tenía comienzo y fin en Lozoya, punto de quedada, en el que una rutilante senderista se presentó al volante de un rutilante e inmaculado Audi blanco.


 El rutilante Audi
 
 
Tras el café de bienvenida hemos tomado el Camino Natural del Valle del Lozoya, señalizado como GR, que nos ha llevado hasta Pinilla bordeando el embalse. Una mañana radiante y templada de principios de diciembre. Una mañana de manga corta, a la que los ocres y amarillos del robledal aportaban un toque otoñal. Un veranillo de San Martín en toda regla, que hemos aprovechado para darnos un buen baño de sol. Y unos senderistas ligeros de cascos, que en estos primeros cinco kilómetros hasta Pinilla, completamente llanos, han volado.
 
 

 
 

 

 
 
 


 
Entramos en Pinilla por la calle de la Alegría, una calle muy a tono con esta alegre, diáfana y luminosa mañana. Atravesamos el pueblo. A la salida, en una rotonda, nos llama la atención un pequeño edificio, de aspecto nuevo, que permanece vacío. Un letrero nos informa de que se trata de un museo de objetos antiguos, que costó unos 80.000 euros.
 
 



El museo vacío

 
Un poco más adelante cruzamos la carretera a Cotos, accediendo por una cancela a la pista que hay al otro lado. Por esta pista subiremos a la Peña Morena, ayudándonos del mapa para acertar en las bifurcaciones.






Peñalara

 
Hacemos una parada a la sombra de un roble de buen porte. Parece mentira que busquemos sombra a primeros de noviembre, pero lo cierto es que el sol pica esta mañana. Aparece el perrillo Joe, que nos coge cariño y no quiere irse, no haciendo caso a las llamadas insistentes de su amo.
Seguimos ascendiendo, introduciéndonos primero en el robledal y algo más arriba en el pinar.
 
 

 

 Al fondo, Peña Morena
 
 



Peñalara siempre presente






Otro que copia las poses santiaguescas






Una lepiota


Una amanita

 
Vamos flanqueando la Peña Morena por su derecha hasta dar con un camino que nos lleva hasta un colladito que hay al norte de la misma. Desde aquí nos quedan apenas 40 metros de desnivel hasta la cumbre de Peña Morena (1.832 m.), una amplia loma por la que se hallan diseminados restos de parapetos y trincheras de la Guerra Civil. Ofrece unas magníficas vistas del pico del Nevero y del entorno del puerto de Navafría. Nos acordamos de Carpetosanti, al que le hubiera gustado mucho estar aquí. Se distinguen el pequeño circo glaciar que hay al pie del pico del Nevero, el murete de piedra que remonta la ladera y separa los términos de Rascafría y Lozoya, y la Peña del Cuervo, otro balcón sobre el Valle del Lozoya.
 
 
 Pico del Nevero
 
 
 
 
Nos sentamos a comer en una pradera que con las lluvias y el rocío otoñales ha comenzado a verdear. No sopla hoy aire y se está de vicio. Llega uno de los momentos sorpresivos del día. Aparece por arte de magia una botella de sidra de Larrarte, traída del mismo Astigarraga. Seche hace de maestro de ceremonias y se ocupa de escanciar. Entra muy bien.










 
 
El tiempo bonancible invita a la siesta. ¿Y por qué no? No habrá muchos días así en las semanas y meses venideros. ¿Por qué no aprovecharlo?
En plena siesta alguien suelta eso de vaya mierda de calcetines que me he comprado. Pero bueno, ¿esto qué es? Que estamos echando la siesta, señores. Un poquito de por favor.
 
 
 Estudiando Guara
 
 

 
 







Pico del Nevero









 
A la bajada pasamos al lado de varios árboles singulares. Un total de siete. Pertenecen al antiguo vivero de la Cebedilla, que fue instalado a finales del siglo XIX junto al arroyo del Palancar y abandonado a principios del XX. Los ingenieros forestales plantaron aquí, además del pino silvestre o de Valsaín, con el que repoblaron estos montes, algunas especies alóctonas. Varios de estos árboles exóticos han sido catalogados como singulares y figuran hoy incluidos entre los 283 ejemplares del Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, y de Árboles Singulares, que fue actualizado en 2014.
 
Hay un total de siete ejemplares catalogados, todos ellos coníferas, concretamente tres abetos de Douglas o pinos de Oregón (pseudotsuga menziesii), dos abetos rojos (picea abies), un ciprés de Lawson (chamaecyparis lawsoniana) y un pino de Lord Weymouth (pinus strobus). Se calcula que tienen en torno a cien años de existencia.
Ni en el mapa de Tienda Verde, ni tampoco en el de El Senderista viene marcado el emplazamiento de estos árboles. Y al arroyo del Palancar lo llaman del Palomar. ¿Pero esto qué es?
 
Seguimos bajando y poco a poco va cayendo la luz hasta casi anochecer. Es un placer ver oscurecer en la montaña. Y la tarde es preciosa. Majestuosas vistas de las aguas del embalse de Pinilla. Entramos en Lozoya casi a las seis y media de la tarde, con las últimas luces.
 
 
Pico del Nevero


Lozoya ya a la vista

 






 
Una ruta muy bonita. Se nos empieza a dar bien esto de montar rutas. Se nota que vamos ganando experiencia. Y casi no nos hemos perdido. Ni tampoco nos hemos enmarañado por los zarzales. Casi ni me lo creo. Pero no hay que confiarse. La confianza no es buena consejera.
 
El GPS de Pablo nos da 20,3 kms de longitud en 5 horas y 9 minutos de movimiento. El desnivel pudo ser de unos 800 metros. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, les dejamos con Stuck in the middle with you, el temazo de la semana:

 


Enlaces
El vivero de la Cebedilla (por Andrés Campos)
 


De Camorritos al Collado Albo y los Siete Picos (14 de noviembre de 2015)

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Aprovechando otro día soleado en este noviembre inusualmente cálido nos hemos acercado hasta el apeadero de Camorritos (1.350 m.) para subir desde allí a los Siete Picos.
 
Hemos optado una vez más por la montaña. Hemos preferido huir de la boina de contaminación que se extiende sobre Madrid que darnos un paseo por la Gran Vía y entrar en el Primark recién inaugurado, del que todo quisqui habla últimamente. Pero qué diablos tendrá el Primark, nos preguntamos. Y la verdad es que, al margen del poder del marketing para lavarnos el cerebro,  no acertamos a dar con una respuesta.
 
Nuestro objetivo era subir a los Siete Picos por un itinerario novedoso. Primeramente nos acercaríamos hasta el Collado Albo y desde aquí, siguiendo una descripción de Alfredo Merino, subiríamos de forma muy directa hasta el séptimo de los Siete Picos, pasando por la cima secundaria de Pimpolla Negra.
 
Algo pasadas las diez y media echamos a andar desde Camorritos por la pista que cruza al otro lado de las vías del tren y enseguida pasa junto a la entrada de la Granja de Río Pradillo, en la que se elaboran quesos y yogures ecológicos.


 
 
Pronto volvemos a recruzar la vía férrea y llegamos al prado del Componedor, un claro del pinar junto al río Pradillo, en el que termina la pista para convertirse en camino.
 
 




 
Un poco más arriba, un pequeño agrupamiento de casas, algunas en ruinas, nos indica que hemos llegado al apeadero de Siete Picos, en el que desde hace algunos años ya no para el trenecito de Navacerrada.



 
A partir de aquí se endurece la subida. Remontando por un cortafuegos que discurre bajo el tendido eléctrico alcanzamos el Collado Albo (1.580 m.), un rellano situado sobre el espolón que cae desde el Séptimo Pico hacia el sur. El lugar aparece mencionado por Camilo José Cela en su Cuaderno del Guadarrama. A poniente queda el Hoyo del Terradillo o Hueco de Siete Picos, por el que desciende el río Pradillo y del que venimos; a levante tenemos el valle de Navalmedio, por el que asciende la carretera del puerto de Navacerrada.
 
 

Al fondo, la Peñota


En el Collado Albo
 
 
Desde aquí viramos hacia el norte siguiendo una estrecha senda con hitos que discurre por el interior del pinar y pronto se convierte en arrastradero.
 
 





Vamos ganando altura y comenzamos a distinguir a nuestra derecha la cuerda de las Cabrillas, la Maliciosa y la Bola del Mundo. Los pinos de Valsaín le dan al paisaje un toque inequívocamente guadarrameño. Y es que estamos en el corazón mismo del Guadarrama. Aquí palpita y se siente el Guadarrama.
 
 



Pasamos junto a la Pimpolla Negra (1.890 m.), que no es más que un amontonamiento de rocas en este cordal que desciende desde el Séptimo Pico.




El más puro Guadarrama



 
Continuamos nuestra trepada por terreno a tramos granítico. Los hitos, que conviene no abandonar, nos ayudan a sortear las rocas y encontrar el mejor paso.


 
 
Salimos finalmente a la Senda Herreros, en la que encontramos gente. Pero nuestra idea es continuar de frente, ascendiendo al Séptimo Pico de forma directa y de hito en hito.


 
 
Son casi las dos y media cuando nos situamos al pie del Séptimo Pico (2.138 m.). Nos sentamos a comer sobre unas rocas que miran hacia el sur, hacia la vertiente madrileña, protegiéndonos del aire más frío que entra del lado segoviano.
En el reposo de la sobremesa, José Antonio se encarama hasta el vértice del Séptimo Pico, en representación del sexteto.


 
 
Debíamos ahora caminar por lo alto del cordal, pasando por las restantes cimas de Siete Picos, pero en algún momento nos despistamos y siguiendo unos hitos perdemos excesiva altura hacia el lado segoviano, que está totalmente a la sombra.
 
Enmendamos el yerro y salimos casi a la altura del Tercer Pico, en el que se abre el Ventano del Diablo. Por detrás de él y al pie del Segundo Pico se inicia la bajada hacia la pradera de Majalasna, desde la que tenemos dos alternativas para bajar a Camorritos.
 
 






 
Dada la hora que es, optamos por la opción que nos parece más corta y que consiste en descender por el PR hasta la pradera de Navarrulaque y desde allí seguir el GR-10.1 que desemboca en Camorritos perdiendo altura por la Vereda de las Encinillas. Sobre las seis y diez de la tarde damos por concluida esta fantástica ruta por el Guadarrama más genuino.
 
 

 
 
Pararemos en Guadarrama para la cerveza y el cola-cao de después de la ruta. Pensábamos que resultaría más fácil aparcar que en Cercedilla, pero costó también lo suyo.
 
 

La olma de Guadarrama


 
 
El Eléctrico del Guadarrama
Un 14 de julio de 1923 fue inaugurado el tranvía eléctrico de Cercedilla al Puerto de Navacerrada, siendo el ingeniero José de Aguinaga su principal mentor y el primer director de la compañía que prestaba el servicio, amén de principal impulsor de la construcción de la colonia de chalés de Camorritos. A este acto inaugurativo asistieron los Reyes en persona.
El trazado de la línea tenía inicialmente una longitud de once kilómetros. No sería hasta la década de los 70 cuando se perforó un túnel bajo el Puerto de Navacerrada y se prolongó el recorrido hasta Cotos.
 
Bibliografía
50 rutas por el Parque Natural de la Sierra de Guadarrama y su entorno. Alfredo Merino. Editorial Desnivel. Ver la ruta nº 36 (Siete Picos desde Camorritos por Collado Albo).
 
Enlaces
Collado Albo (por Andrés Campos)

De La Panera a La Peñota (21 de noviembre de 2015)

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Hemos vuelto al Valle del Río Moros o Garganta de El Espinar, ese amplio valle encerrado entre altas montañas, como la Mujer Muerta, el Montón de Trigo o La Peñota, y cubierto de extensos y maduros pinares, que forman una de las más espléndidas masas forestales de nuestra sierra.
 
Nuestra idea era acercarnos a La Panera y ascender desde ahí al pico de Pasapán e incluso a la Peña del Oso. Pero al entrar en uno de los bares que hay en el barrio de la Estación de El Espinar, nos enteramos de que precisamente hoy tocaba batida de caza por esa zona. Cachis la mar. Estamos gafaos.
 
 
 
 
Pero nosotros no somos de los que nos venimos abajo a las primeras de cambio. Ya lo querrían algunos pero... No vamos a cambiar una buena caminata por un cochinillo en el Mesón de Cándido o similar. Eso sí que no.
 
 
En el collado de Cerromalejo
 
 
Nuestro improvisado plan de emergencia va a consistir en subir a La Peñota (1.945 m.) por el collado de Cerromalejo, siguiendo luego el GR-10 hacia el Cerro del Mostajo y la Peña del Cuervo. Desde esta última altura abandonaremos el cordal para descender bruscamente por un cortafuegos y empalmar con el cordel de las Campanillas, que nos deja a escasos cinco minutos del coche.
 
 
Desde el collado de Cerromalejo
 
 
 
 
El tiempo fue mejorando a medida que avanzaba la jornada. A la ida, yendo en coche, nos llovió con fuerza a la altura de Villalba y Guadarrama. Pero algo más adelante dejó de hacerlo. Y tampoco llovía cuando llegamos al barrio de la Estación de El Espinar, ni lo haría en ningún momento durante la ruta.
Cierto es que hizo bastante viento. No se notaba tanto en nuestro ascenso por el fondo del valle, pese a que rugía entre los pinos. Pero cobró más intensidad cuando ganamos el cordal, haciéndose insoportable por momentos. Como soplaba del norte, nos sentamos a comer al pie del vértice de La Peñota, en la vertiente que mira hacia Madrid. Y ahí nos quitamos todo el viento como por arte de magia.
 
 
Al pie de La Peñota
 
 
 
 
Pese al viento, las nubes irían progresivamente retirándose, ofreciéndonos algunos momentos de sol. Y las cumbres de la Mujer Muerta terminarían por despejarse. Un día bastante potable. Hicimos bien en no dejarnos tentar por el Mesón de Cándido.
 
 
Comenzamos a bajar por el cortafuegos


Un poco antes de las tres y media de la tarde dimos la ruta por finalizada. De vuelta a Madrid paramos un rato en San Rafael para tomarnos algo en el café bar Orly, en el que sirven cerveza de trigo de la marca König Ludwig, dato que a buen seguro celebrarán alborozadamente los germanófilos del grupo. Entretanto Djokovic daba buena cuenta de Nadal.

 
Guardando los bártulos
 
 
Garganta de El Espinar
Por su fondo corre el río Moros, que nace en la solana del Montón de Trigo, en el paraje conocido como Ojos del Río Moros.
En época musulmana atravesaba la garganta el Balat Humayd, el camino que venía de Córdoba, la capital omeya de Occidente.
En el Libro de la Montería del rey Alfonso XI, escrito en la primera mitad del siglo XIV, es mencionada como Garganta de Ruy Velázquez.
En la confluencia del arroyo de Blasco con el río Moros, entre los merenderos, las piscinas y los aparcamientos del área recreativa de La Panera, quedan aún hoy las ruinas de la antigua venta del Cornejo, mencionada en el Libro de Buen Amor, en la que el Arcipreste de Hita tuvo una mañana un encuentro con la serrana Menga Lloriente.
El principal medio de vida de las gentes del valle fue tradicionalmente, junto al pastoreo de ovejas y cabras, la corta y saca de madera de sus pinares, que junto con los de Valsaín y El Paular se cuentan entre los mejores pinares del Guadarrama. En los siglos XVI y XVII se talaron cientos de miles de pinos para fabricar vigas y tablones empleados en la construcción de edificios en la Corte y en los Reales Sitios (como el Monasterio de El Escorial).
En un paraje junto al río Moros se estableció en 1859 la primera escuela de prácticas para ingenieros de montes que hubo en España, dirigida inicialmente por el catalán José Jordana.
 
Bibliografía
Memorias del Guadarrama. Julio Vías. Dedica cinco o seis páginas a hablar de la Garganta de El Espinar.

A las Riscas de Santa Catalina desde Valdemaqueda (28 de noviembre de 2015)

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En el extremo occidental de la provincia de Madrid, lindando con la de Ávila, se encuentra Valdemaqueda. Hasta aquí nos hemos acercado en el día de hoy.

Para llegar a Valdemaqueda (872 m.) no hay más que tomar la M-537 en Robledo de Chavela, avanzar por ella unos kilómetros y vadear por un puente el río Cofio, que un poco más al sur une sus aguas al Alberche en el pantano de San Juan.
 
Nada más desembocar en el pueblo detectamos la presencia de los temidos cazadores. Se les huele a distancia. Los coches aparcados y las indumentarias que visten los delatan. Empezamos a temer que no pudiéramos hacer lo previsto, pero afortunadamente la montería se desarrollaría por los alrededores del Risco del Águila, que no entraba dentro de nuestros planes.
 
Nuestra idea era ascender a las cumbres de La Atalaya (1.367 m.), la Risca Grande de Santa Catalina (1.386 m.) y la Risca Pequeña de Santa Catalina (1.244 m.). A la primera de ellas no subiríamos finalmente, como luego comentaremos. No tuvieron nada que ver en ello los cazadores. O quizá sí.
 
Abandonamos el pueblo en dirección norte, por una amplia pista de tierra arenosa, que rápidamente se interna en el pinar y va ganando altura cómodamente.
 
 





 
Abundan por aquí los pinos resineros, que aún hoy siguen explotándose, aunque no con la intensidad de hace unas décadas. Fue en 1906 cuando la Unión Resinera Española adquirió a los Duques de Medinaceli más del 90 % de las tierras del término municipal de Valdemaqueda, iniciándose a partir de entonces la explotación de estos pinares. Son visibles las huellas de la industria resinera, tanto presente como pasada. Vemos desperdigados por el suelo muchos tiestos de barro, que antiguamente se fijaban al tronco de los pinos para recoger la miera que exudaban. Hoy estos tiestos o potes los hacen de plástico. Encontramos también un par de bidones metálicos, con las siglas de la Unión Resinera Española, que se empleaban para el transporte de la miera.
 
 
 
 
En nuestro ascenso pasamos por el paraje de los Prados del Hoyo, una extensa pradera en la que crece la hierba cervuna y en la que se levantan la ermita de Nuestra Señora de los Remedios y una casa de resineros. Esta última debía estar derruida, según la descripción que llevábamos, pero nos la hemos encontrado totalmente restaurada.
 
 
En los Prados del Hoyo


Ermita de Nuestra Señora de los Remedios


Un pino colonizado por el muérdago

 
Un poco por encima de estos prados, el camino que ascendía al collado del Turral estaba cortado por el vallado de una finca privada, destinada a coto de caza, según leímos en un cartel. Un contratiempo, porque este era el camino que debíamos seguir, según la descripción del libro de El Senderista.
 
Nos vemos una vez más obligados a improvisar. Ascendiendo por el pinar, en paralelo al vallado, alcanzamos el collado de Postemas (1.222 m.), que se abre entre La Atalaya, al norte, y la Risca Grande de Santa Catalina, al sur. Por pista ancha de tierra alcanzamos sobre las dos de la tarde esta última cumbre, coronada por varias antenas, que ofrece buenas vistas de otras montañas de los alrededores, como los Altos de Cartagena, Cueva Valiente, Cabeza Líjar, el Barranco de la Cabeza, el pico de San Benito, La Almenara, la Peña de Cadalso, la Peña de Cenicientos o las primeras estribaciones de Gredos. Unos metros por debajo de las antenas, en una zona llana, nos sentamos a comer.
 
 
 
 
En la Risca Grande de Santa Catalina
 
 
 
 
Un esforzado senderista y mejor persona
 
 


Con el pico de San Benito al fondo


Continuaremos luego por el cordal hacia el sur, alcanzando la Risca Pequeña de Santa Catalina, desde la que descendemos por una pista que da vista al valle del río Cofio, a la línea férrea Madrid-Ávila y a las urbanizaciones Río Cofio y La Suiza Española, que pertenecen al municipio de Robledo de Chavela. Aún se perciben las huellas de los incendios que en septiembre de 2003 y agosto de 2012 arrasaron varios cientos de hectáreas de pinar en el cerro de Santa Catalina. Algunos pinos con el tronco ennegrecido resistieron y con el tiempo, en un alarde de resistencia, han vuelto a verdecer. Las tareas de reforestación iniciadas tras el incendio de 2012 se prolongarán hasta 2018.




La pista pierde altura bruscamente, trazando varias zetas y desemboca en el Camino de los Corrales, que tomamos a mano derecha para plantarnos en un periquete en el camping Canto de la Gallina, a la entrada de Valdemaqueda. Hemos hecho en total unos trece kilómetros y medio. En el suelo, junto a un jeep, yacen los cuerpos de dos jabalíes. La cacería ha debido ser de órdago. No recuerdo haber visto nunca tantos vehículos para el transporte de rehalas.
Sin más preámbulos, nos metemos en el bar El Mirador a por la espuela. Ni nos acordamos de acercarnos a ver la casa-palacio de los Medinaceli, que dicen es, con el permiso de la iglesia de San Lorenzo y del antiguo ayuntamiento, el edificio más destacado de la localidad, destinado actualmente a fines culturales. Otra vez será.
 
 
Al fondo, la Almenara




Camping Canto de la Gallina

 
Pino resinero
Se le conoce también popularmente como pino negral, negrillo o rodeno, aunque su nombre científico sea pinus pinaster.
Se asienta sobre suelos arenosos y su biotopo se circunscribe al área mediterránea.
Presenta tronco de corteza pardo-rojiza, profundamente fisurada y copa abierta de ramas muy extendidas.
Sus piñas son más grandes que las de otras especies de pino que se dan en nuestra península.
 
Bibliografía
Las mejores excursiones por la Sierra Oeste de Madrid. Juan Pablo Avisón. Editorial El Senderista. En la ruta nº 13 se describe la subida a La Atalaya, que no pudimos completar, al estar cortado el camino por encima de los Prados del Hoyo.
 
Enlaces
Cerro de Santa Catalina (por Andrés Campos). El itinerario descrito no coincide con lo que hicimos, salvo en la bajada, pero se ofrecen algunos datos interesantes sobre el oficio de los resineros.
Sierra de Valdemaqueda (por Alfredo Merino). Al sur de la localidad se levanta esta sierra de poco más de mil metros de altitud, que engloba los cerros y riscos de San Pedro, del Boquerón, de Valdecatones, del Águila, del Chaparral, Valdeparaíso y Gelechal.
Sobre las tareas de reforestación iniciadas tras el incendio de 2012 (El País, marzo de 2014).
 

De Braojos al puerto de Peña Quemada, con bajada por la dehesa boyal (6 de diciembre de 2015)

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En pleno puente de la Constitución nos hemos acercado hasta Braojos, un pequeño pueblo de la Sierra Norte madrileña, próximo a Buitrago. Hemos disfrutado de un tiempo soleado y templado, muy indicado para la práctica del senderismo pero no tanto para barrer la boina de contaminación que persiste sobre Madrid. Éramos hoy seis senderistas, tres de ellos bilbahianos, y dos chuchos.


Ayuntamiento de Braojos


Tiene Braojos un agradabilísimo punto de reunión, el bar de su casa de cultura, que se encuentra junto al moderno edificio del ayuntamiento. En él venden pan y tienen hasta un futbolín, que nos hace recordar el 8 a 1 que esta misma semana don Mariano Rajoy le metió al panoli de Bertín Osborne, en la propia casa de este último para mayor escarnio.
 
 

Aquí falta revisar los nombres del callejero
 
 

 

Salimos del pueblo en dirección norte, por una pista que pasa junto al depósito de agua y rápidamente se interna en un bosque aclarado de robles. Mr. Simon parece hoy algo dubitativo y hace varias paradas para sacar el mapa y confirmar que llevamos el rumbo adecuado. Algún desconfiado sugiere si no sería más competente su compañero Garfunkel...
 
 


 
 

 





 

Remontando primero por un bosquete de delgados y pelados robles, y luego por un cortafuegos, alcanzaremos el collado que se abre entre la Peña de la Muela y La Porrilla.






 
 











 

Pronto aparece por nuestra derecha un grupo de senderistas que ya habíamos visto en la plaza de Braojos y que prácticamente nos doblan en número. Hablando con algunos de ellos, resultan ser de Singles Madrid y conocen tanto a Raquelchu como al grupo Cresteando.


 



Marchamos todos juntos durante un rato, pasando por la Peña de la Muela (1.729 m.) y el Alto de la Dehesa (1.706 m.). Esta mezcolanza y confusión de grupos hará que un poco más adelante nuestros perritos se despisten y se vayan detrás de los otros.




 







Dejando un poco a nuestra derecha el vértice geodésico de Peña Quemada (1.833 m.) alcanzaremos el puerto de Peña Quemada (1.739 m.). En unas rocas próximas, que nos vienen al pelo, nos sentamos a comer, dando vista a la interminable planicie segoviana.






 

La planicie segoviana


 



La bajada la haremos en su primer tramo por pinar, enlazando varios caminos carreteros algo en desuso, que los piornos van poco a poco colonizando. Entre los pinos silvestres crecen también dispersas algunas matas de acebo.


 



Nos topamos con unos paisanos, que nos comentan que hubo ayer por aquí una batida de caza en la que se abatieron veintitrés jabalíes. Últimamente nos persiguen las monterías allá por donde vamos.






 

Por encima de las ruinas del refugio de la Zorra conectamos con un sendero local, balizado con postes, por el que descenderemos hasta la entrada a la dehesa boyal de Braojos, tierras del común a las que los vecinos solían sacar en el pasado sus ganados a pastar.


Ruinas del refugio de la Zorra


Un acebo




Picados por la curiosidad, buscamos los fresnos de la Reguera, dos árboles monumentales de la especie fraxinus angustifolia o fresno común, y damos con ellos sin excesivas dificultades. Uno de ellos parece estar ya completamente seco y sin vida, sin que por ello deje su esqueleto de ser hermoso. El otro, por el contrario, vive y está incluido en el catálogo de árboles singulares de Madrid con el número 69. Anda que... menudo numerito. No desaprovechamos la ocasión de hacernos una foto de grupo junto a este venerable árbol.


 







 

Con el pueblo de Braojos ya a la vista, nos impresiona la enorme concentración de buitres en unas piedras próximas. Pronto reparamos en que hay un caballo muerto. Descubrimos que a nuestro alrededor hay muchos huesos, carcasas y cráneos de ovejas, cabras y otros animales. Y es que el lugar es un comedero de buitres.




 


 
Serían las cinco y media cuando damos la bonita ruta de hoy por terminada. El bar de la casa de cultura nos espera de nuevo para poner el broche final.




 





 



 
 
Braojos
En la cara sur de los Montes Carpetanos, a 1.194 m. de altitud y a tan solo unos 15 kms. del puerto de Somosierra se encuentra esta villa de unos 150 habitantes, que tradicionalmente vivió de la ganadería y que en el medievo llegó a ser la segunda población en importancia de la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago.
En su entorno se observan tres tipos de paisaje:
  • La dehesa boyal. En estas tierras comunales se alternan los bosques aclarados de roble rebollo y los prados comunales, con sus hermosos fresnos trasmochos, a los que los vecinos han sacado durante siglos y aún sacan hoy en día su ganado a pastar, bueyes, vacas y ovejas fundamentalmente. Su magnífico estado de conservación se debe en buena manera a que sean propiedades del común.
  • El monte bajo. Son tierras baldías en las que crecen plantas aromáticas (tomillo, cantueso, orégano, etc.).
  • El pinar de repoblación. Los pinos silvestres fueron plantados en los años 40 y muchos de ellos alcanzan hoy más de 20 metros de altura. Entre ellos crecen algunos acebos e incluso tejos.
 
Iglesia de San Vicente Mártir
En la Capilla de los Vargas, en una nave lateral a la derecha del altar mayor, hay un retablo, fechado en 1633, que se atribuye a Gregorio Fernández. En su centro destacan una bellísima talla de la Asunción y un altorrelieve que representa la imposición de la casulla a San Ildefonso por la Virgen. Sorprende poder contemplar aquí una obra del escultor ligado a Valladolid y máximo exponente de la escuela castellana de escultura durante el Barroco, pero ello se debe a que su mujer, hija del señor de Vargas, era natural de la villa e hija de su señor Alonso de Vargas. Este retablo alberga también cuatro lienzos de Vicente Carducho, pintor de cámara de Felipe III, dedicados a Santa Ana, Santa Catalina, San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
El retablo del Altar Mayor es de la escuela de Churriguera, con las imágenes de San Vicente Mártir en el centro y las de San Esteban y San Lorenzo a los lados.
En la base del Altar del Ángel, otro retablo que se encuentra frente a la puerta de entrada, se alojan dos pequeñas tablas con imágenes que representan a San Juan y Santiago el Mayor. Estas tablas se atribuyeron durante mucho tiempo a Pedro Berruguete el Viejo, pero estudios recientes han determinado que podrían ser obra del Maestro de Luna.
 
La Pastorela de Braojos
Es un baile pastoril medieval que rinde adoración al Niño Jesús y se puede contemplar durante las misas del Gallo, Navidad, Año Nuevo y Reyes.
Ocho zagales o niños, dirigidos por un zarragón o maestro de ceremonias, danzan ante el altar mayor de la iglesia, todos vestidos con atuendo pastoril (zamarra, calzas de pana, abarcas, cayado y zurrón), mientras un coro de mozas, vestidas de serranas, canta la misa en latín e interpreta algunos villancicos y coplillas en castellano, compuestos en el siglo XVII. Del acompañamiento musical se ocupan otros vecinos, con guitarras, bandurrias, tambores y otros instrumentos más tradicionales y rudimentarios, como panderetas, zambombas, almireces, botellas de anís y carreñuelas (un xilófono de huesos engarzados con un alambre, que se cuelga del cuello con una cuerda y se hace sonar con ayuda de unas castañuelas).

Jornadas de Música Tradicional
Se vienen celebrando desde hace unos quince años y tienen lugar el último sábado de mayo. Son organizadas por los vecinos y comprenden diversas actividades (charlas, caldereta, taller para la construcción de instrumentos musicales, muestra de bailes, conciertos, etc.). Han pasado por ellas investigadores, musicólogos, instrumentistas y músicos, como los artistas Ismael Peña, Marcos León y Eliseo Parra o los grupos Mayalde, La Musgaña, La Bojiganga y La Enramada, este último un grupo de música y danza tradicional del mismo Braojos, que interpreta jotas y otras canciones.
 
Los fresnos de la Reguera
Estos dos árboles monumentales, que se encuentran en la dehesa boyal de Braojos, están desmochados, presentan el tronco hueco y tienen en su fuste o corteza varias cruces incisas, talladas a golpe de azadón, siguiendo una tradición que hace unas tres décadas cayó en desuso (eran realizadas, al acabarse los trabajos, por los jóvenes que colaboraban por primera vez en la limpieza anual de las regueras o conducciones de agua utilizadas para el riego de las fincas).
Uno de estos fresnos ha sido catalogado árbol singular. Se le calcula una edad ligeramente superior a los 150 años y aparece desmochado a los tres metros de altura, formando una corona de cinco ramas.
 
Enlaces
Dehesa Boyal de Braojos (por Andrés Campos)
Peña Quemada (por Andrés Campos)
 
Folletos
 
Bibliografía
Andar por la Sierra de Guadarrama: 75 itinerarios. Manuel Rincón. Libros Penthalon. En la ruta nº 74 se propone la subida al puerto de Peña Quemada desde Braojos.
50 paseos para descubrir bosques y árboles singulares de Madrid. Andrés Campos. Ediciones La Librería. En la ruta nº 3 se propone la visita de la Dehesa de Braojos, combinándola con la ascensión al cerro de la Portilla.
Madrid rural. José María Santamaría. Editorial Sua. En las páginas 226 y 227 se menciona Braojos.

De Alameda del Valle a la Loma de Peñas Crecientes por el arroyo de la Saúca

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Hemos hecho hoy una marcha por uno de esos solitarios y sorprendentes rincones que el Valle del Lozoya esconde. Desde Alameda del Valle hemos remontado el arroyo de la Saúca o Sabuca, siguiendo la ruta azul balizada con postes, y finalmente nos hemos elevado, por terreno muy fragoso, hasta la Loma de Peñas Crecientes, situada a poco más de dos kilómetros de Malagosto, uno de los pasos históricos de nuestra sierra.
 
En Alameda del Valle (1.110 m.) hay varios bares pero normalmente no suelen abrir antes de las diez de la mañana. Ya hemos vivido otras veces esta misma experiencia. Como no es cuestión de esperar a que suban la persiana, echamos a andar sin el cafelito de rigor.
 
 
 
 
A la entrada del pueblo, en la parada del autobús, han improvisado una especie de punto libre de lectura, no muy bien surtido, todo hay que decirlo. Un par de libros y algunos cedés de música constituyen sus magros fondos a fecha de hoy.
 
 
 
 
 

Al otro lado de la carretera que lleva hasta Cotos, echamos a andar por la ancha pista de tierra en la que se inician las rutas senderistas nº 1 (la del Raso del Palancosillo, balizada con postes y marcas de pintura roja) y nº 2 (la del Arroyo de la Saúca, con postes y marcas de pintura azul). Hoy seguiremos la segunda, dado que la del Palancosillo ya la hicimos hace unos meses. Ambas rutas fueron balizadas hace algunos años y las marcas de pintura de los postes ya han desaparecido en muchos casos.
 
Tras cruzar la dehesa de fresnos, comenzamos a ascender por suave pendiente. Al cabo de un rato, dejamos a nuestra derecha el desvío al raso del Palancosillo y continuamos en paralelo al arroyo de la Saúca, que discurre a nuestra izquierda, varios metros por debajo nuestro. Los fresnos del comienzo han dado paso a un más tupido bosquete de robles que a estas alturas del año, con el invierno a la vuelta de la esquina, ya han perdido prácticamente su hoja.
 
 
Aquí se separa la Ruta del Palancosillo
 
 
Al fondo, la Loma de Peñas Crecientes
 
 
Como a unos tres kilómetros del inicio llegamos a un punto en el que se cruza el arroyo de la Saúca. Es este un paraje de gran belleza, con robles, sauces y enebros, haciendo también su aparición los primeros acebos.
 
A escasos metros de este punto, abandonamos la ruta azul, que inicia el retorno hacia Alameda del Valle, y continuamos remontando el arroyo de la Saúca por un caminito que pronto se hace estrecha senda.
 
 
 
 
Dejamos a la derecha el arroyo de Hoyo Cerrado y un poco más arriba llegamos al punto de confluencia de los arroyos del Horcajo y del Reajo del Burro, que se abren hacia la izquierda y hacia la derecha respectivamente. Es la unión de estas dos corrientes de agua la que pasa a denominarse de la Saúca. Los acebos se hacen más abundantes, lo que da idea de que en el fondo de esta hoya en que nos encontramos el clima es menos soleado y más fresco.
 
 
A partir de aquí un senderista se dio la vuelta
 
 
 
 
Desde aquí comenzamos a remontar la ladera que queda a nuestra izquierda y que nos llevará a alcanzar la Loma de Peñas Crecientes, un cordal secundario que se desgaja desde la cadena de los Montes Carpetanos.
 
Pronto el sendero desaparece y hay que buscarse la vida. Por poco tiempo seguiremos las trochas abiertas por el ganado, principalmente vacas, que pastan por aquí en los meses más cálidos. A partir de ahí habrá que ir sorteando la espesa vegetación para no enmarañarnos, formada básicamente por enebros, cambrones y las temidas zarzas. Algunos vivirán la curiosa experiencia de atravesar todo un túnel abierto entre los acebos. Crecen incluso por aquí algunos tejos dispersos, un árbol relicto que es difícil de ver en nuestra sierra.
 
 
 Manchas de acebo dispersas
 
 
Salimos a un bofedal o humedal de altura, con su característico césped almohadillado, que adopta la forma de multitud de pequeños montículos similares a las madrigueras de los topos. Según los geólogos, es esta una formación periglaciar, fruto de la alternancia hielo/deshielo, que se produce cuando un suelo se empapa y posteriormente se congela el agua. En nuestra sierra es fácil encontrarla en zonas llanas o de escasa pendiente, por encima de 1.500-1.700 metros de altura, tales como hontanares o laderas encharcadas por las que escurre el agua de la lluvia y del deshielo, así como en el fondo de hoyas o cubetas glaciares, por ejemplo en el circo de Peñalara.
 
Unos metros por encima, salimos a un senderito que tomamos hacia la derecha y que nos lleva a las inmediaciones del collado Vihuelas (1.736 m.). Siguiendo el cordal a nuestra izquierda apenas unos metros alcanzamos las rocas cimeras de la Loma de Peñas Crecientes (1.748 m.). Son las dos y cuarto, y hora de la manduca.
 
 
Aquí salimos un tanto sobreexpuestos
 
 
El descenso será más cómodo y directo. Al principio perdemos altura por lo alto de la loma, indicándonos una señal que salimos de los límites del Parque Nacional.
 
 
 
 
 
 
 
 
Más abajo volvemos a salir a la ruta azul del Arroyo de la Saúca. Pero ahora bajaremos por el tramo de la ruta que nos es desconocido, el que discurre por la margen contraria del valle.
 
 
 
 
Sobre las cinco y cuarto damos por finalizada la caminata. Entramos en el bar El Colorao, que ya conocemos de otras veces, a tomar la espuela. En la tele echan fútbol, lo usual un sábado a la tarde, y en la tertulia que surge alrededor de los botellines sale a la palestra la apasionante actualidad política.
 
Hoya de la Sabuca
Es definido por Julio Vías, en su libro Memorias del Guadarrama, como un pequeño hoyo glaciar, casi inapreciable, que fue reconocido y descrito en 1914 por el geólogo Lucas Fernández Navarro, al igual que otros existentes en la vertiente meridional de este sector de los Montes Carpetanos (Hoyo Berrocoso, Hoyo Cerrado y Hoyos de Pinilla). Según Cayetano Enríquez de Salamanca, en el libro Por la Sierra de Guadarrama, es una curiosa formación, derivada de la erosión glaciar, un hondo circo de gneis micáceo, de paredes abruptas.
Yo creo que este paraje se corresponde con el punto en que nace el arroyo de la Saúca, a partir de la unión de los arroyos del Horcajo y del Reajo del Burro. El lugar es ciertamente hermoso y habría que volver a explorarlo en primavera. Se me ocurre ahora una posible ruta a partir de aquí, remontando el arroyo del Reajo del Burro para cruzar posteriormente los de Hoyo Cerrado y Varcialengua, alcanzando el Raso del Palancosillo y enlazando de esta forma las dos rutas balizadas por el ayuntamiento de Alameda del Valle.
 
Enlaces
Ruta del Arroyo de la Saúca

De Valsaín al cerro de Matabueyes y vuelta por el río Eresma (19 de diciembre de 2015)

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Llega un año más la ruta del turrón, la última ruta del año antes de la Nochebuena, que en esta ocasión ha coincidido con la víspera de una jornada electoral que ha despertado una expectación como no se recordaba.
La cita era en Valsaín, un real sitio que curiosamente ha quedado asociado a los orígenes de Podemos. Quién lo diría... Y es que dicen que fue aquí donde los fundadores de Podemos concibieron la idea de dar el salto a la política. Cierto es también que toda formación política necesita de sus propios mitos.
Nosotros poco tenemos que ver con estos de Podemos, con su bisoñez o con sus ocurrencias. Para empezar llevamos ya muchos años en esto del senderismo, al contrario que ellos, que llevan en política apenas un cuarto de hora. Y no hemos tenido nunca que reclutar a nuestros miembros en las tertulias televisivas o en las cafeterías. Lecciones de corrupción a nosotros, ninguna. Somos especialistas en practicar la corrupción en sus múltiples formas.
 
Nuestra idea consistía en subir desde Valsaín al cerro de Matabueyes, descender luego hacia el embalse del Pontón Alto y terminar en el punto de partida remontando el río Eresma.

A la plaza de Valsaín dan el mesón del Tío Pepe y una panadería. Da la impresión de que el mesón solo sirve comidas y no funciona como bar, por lo que parece aún cerrado a nuestra llegada sobre las diez menos cuarto de la mañana. Aun así, le interrogo a un vecino que está recostado contra la pared y me confirma que efectivamente está cerrado para añadir en tono agrio que abre cuando le sale de los coj...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Echamos a andar desde Valsaín (1.190 m.) por la pista que asciende al alto de la Cruz de la Gallega (1.373 m.), una encrucijada de caminos en lo alto del cordal que desciende desde La Camorca.
 
 
 
 
 
 
Con la Ley de Montes hemos topao
 
 
 
Desde aquí podría descenderse de frente al río de la Acebeda y a Revenga. Nosotros, sin embargo, torcemos a la derecha, conforme a lo programado, para dirigirnos hacia el cerro de Matabueyes, que es en realidad una gran finca ganadera en la que vacas y caballos pastan sueltos, lo que no impide que pueda atravesarse.
 
 
En la Cruz de la Gallega
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

Sobre el cerro de Matabueyes (1.484 m.) se erige una caseta de vigilancia de incendios. Amplias vistas de la llanura segoviana y un tiempo inusualmente templado cuando apenas quedan 48 horas para entrar en el invierno.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Descendemos hacia el NNE. en dirección al Jardinillo, un pensil de árboles exóticos de gran altura, que fácilmente se distinguen desde aquí arriba. Atravesamos jarales y campas para internarnos en un bonito robledal pelado. Cruje la hojarasca bajo nuestras botas.


 
 
 
 

 


Dejando a nuestra derecha el Jardinillo y rodeando las instalaciones de la granja-escuela Puerta del Campo, que cuenta con un albergue y varias cabañas, salimos a la carretera que une Riofrío con La Granja.


 
 


Al otro lado de la carretera se encuentra el Llano Amarillo, un paraje utilizado entre 1942 y 1972 para hacer prácticas y ejercicios militares por las milicias universitarias, que tenían aquí un campamento.


 
 
 
 
Caminando hacia el E llegamos en poco tiempo al área recreativa de ElRobledo, con mesas, bancos y un quiosco-bar cerrado en esta época del año, donde se nos unen otros dos senderistas al ya nutrido grupo. Toca sentarnos a comer en una doble mesa que parece que nos han reservado a propósito para que cupiéramos todos


 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
Siesta interrumpida


La casta


Algunos de los de abajo con una que se cuela


Desde la cola del embalse del Pontón Alto, cuyas aguas están preocupantemente bajas, iniciamos el último tramo de esta ruta, siguiendo el Camino de las Pesquerías, que remonta el río Eresma entre robles, jaras y pinos.


 
 
 
 
 
 
 
 
Este tramo fluvial nos gustó mucho y nos dio además la oportunidad de contemplar las evoluciones de un visón americano, una especie invasora que supone una amenaza para nuestro visón europeo.
 
 
 
 
 
 
 
 
Pasamos junto al puente de las Pasaderas, la antigua Fábrica de Luz y el puente del Anzolero para alcanzar la presa del Olvido y Valsaín, dando por concluida esta ruta turrionera. Recuerden que Turrión es el segundo apellido de Coleta Morada.
 
 
La Fábrica de Luz



Puente del Anzolero



 
 
Pilancones en el lecho del río


 
Presa del Olvido
 
 
Una cervecita rápida en el mesón del Tío Pepe, que ya está cerrando. Tan rápido fue todo que se me pasó pagar el botellín que me pedí. Ya me vale.
 
 
 
 
Valsaín
Dicen que su nombre deriva de Val Sabinorum (o Valle de las Sabinas), que fue como bautizaron al lugar los romanos cuando aterrizaron por aquí. Lo cierto es que hoy Valsaín no es conocido por sus sabinas (juniperus thurifera), sino por sus bosques de pino albar o pino silvestre (pinus sylvestris), especie arbórea que por aquí, en la zona centro, se la llama precisamente pino de Valsaín.
La industria maderera constituye una de las actividades económicas más importantes del lugar, representada por los hacheros de Valsaín, que todavía hoy suelen hacer exhibiciones de corte de troncos, al estilo de los aizkolaris vascos, en las fiestas de los pueblos de la zona (como la Fiesta de los Gabarreros, que tiene lugar en El Espinar a comienzos de marzo).

Un real sitio
En Valsaín se encuentran las ruinas de lo que fue la Real Casa del Bosque, antiguo pabellón de caza de los Reyes de Castilla, edificado por Enrique III, que Felipe II transformó en palacio de ladrillo rojo y tejado de pizarra, al estilo flamenco. Fue destruido a finales del siglo XVII por un incendio.

Las raíces de Podemos
Cuenta una leyenda urbana que Valsaín algo ha tenido que ver en el surgimiento de Podemos. Resulta que Monedero, el verdadero ideólogo de Podemos para algunos, adquirió aquí una casa hace años. Posteriormente impulsó la creación de una asociación vecinal, que se opondría con éxito al intento de expropiación de sus casas, en el marco de una asociación vecinal, que se opondría con éxito al intento de expropiación de sus casas, en el marco de un plan especial de adecuación del antiguo palacio real de Valsaín, hoy en ruinas, y de su entorno.
Muchos de los amigos de Monedero en la facultad de políticas de la Complutense comenzarían a acercarse por aquí, invitados por él, a pasar los fines de semana. Durante sus paseos por los montes cercanos y sus reuniones en el mesón del Tío Pepe, regentado por un argentino, hablaban de política y de sus proyectos. Uno de los más asiduos sería el Coletas, que con el tiempo alquilaría una vivienda en el pueblo, junto a la carretera de Madrid. Tras el 15-M comenzaría a perfilarse el proyecto de fundar un partido para participar activamente en política.

El Jardinillo
Es un vergel o pensil de árboles exóticos, que se encuentra en la ladera septentrional del cerro de Matabueyes.
Le fue regalado a Carlos IV, cuando aún era príncipe de Asturias, en el último tercio del XVIII.
Tiene una superficie de 400 x 100 metros y en su interior hay pinsapos, cedros, secuoyas, arces y castaños de Indias.
Actualmente es propiedad privada y está cerrado por una alta tapias, por lo que no se puede visitar.

Enlaces
Cerro de Matabueyes (por Andrés Campos)
Las Pesquerías Reales (por Andrés Campos)
Podemos, un partido político con raíces segovianas (El Adelantado de Segovia, mayo de 2014)

Una subida a Peñalara para cerrar el año (27 de diciembre de 2007)

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¿Qué mejor forma de cerrar el año senderista que subiendo al techo de Guadarrama? Dicho y hecho. Algunos senderistas de nuestro grupo subieron a Peñalara desde Cotos, pasando por la Peña Citores.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La bajada la efectuaron por el refugio del Zabala. Hubo algunos que no pudieron resistir la tentación de acercarse hasta la Laguna Grande.
 
 
 
 
 
 
 
 
Los conocedores de nuestra sierra repararán en que por el momento la nieve brilla por su ausencia, cosa anormal si nos atenemos a que ya hemos entrado en el invierno. ¡¡Esperemos que el 2016 venga cargadito de nieve!!
 
 
 

Setau Sagèth: una travesía por el valle de Arán (29 de junio a 3 de julio de 2015)

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Setau Sagèth es una travesía circular, que comienza y termina en Vielha, la capital del valle de Arán, siendo su longitud de 103 kms.
 
 
 
 
El valle de Arán presenta algunas peculiaridades geográficas y lingüísticas que le otorgan un marcado carácter:
  • Pese a pertenecer a España, cae por completo en la vertiente francesa o septentrional de los Pirineos.
  • Tiene su lengua propia, el aranés, que según los lingüistas tiene más que ver con el occitano, en concreto con su variante gascona, que con el catalán.
 
Algunos senderistas del grupo se reservaron unos días a comienzos del verano para completar esta fantástica travesía de refugio en refugio.
Por lo que nos comentaron a la vuelta, algunos de los alojamientos fueron algo más que simples refugios de montaña y reunían todas las comodidades.
Fue un plan a lo brokeback mountain, en el que la presencia femenina brilló por su ausencia, pero eso a sus protagonistas no pareció importarles demasiado; de hecho, fue una reedición o calco de la travesía de Cavalls del Vent que habían realizado el verano pasado.
 
 
1ª etapa: Vielha - Bossòst
 
Longitud: 22 kms.
Desnivel positivo: 737 m.
Desnivel negativo: 1.046 m.
Lugares de paso: Vilac, Mont, Montcorbau, Betlan, Aubert, Arròs,Pont d'Arròs, Begós, Vilamòs, Arró, Era Bordeta.
Puntos de interés: Fantásticas vistas del Aneto y Maladeta desde Vilamòs.




 
 





























 
 
2ª etapa: Bossòst - Refugio de la Honeria
 
Longitud: 16,5 kms.
Desnivel positivo: 635 m.
Desnivel negativo: 315 m.
Lugares de paso: Les, Pontaut, Canejan, Porcingles, San Juan de Torán.
Puntos de interés: Se atraviesa el espectacular valle de Torán.
















 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3ª etapa: Refugio de la Honeria - Salardú
 
Longitud: 27 kms.
Desnivel positivo: 1.305 m.
Desnivel negativo: 1.057 m.
Lugares de paso: Pla de Grauers, Col de Guerri (2.320 m.), refugio de Liat, Pla de Tor, borda de Era Lana, Bagergue.
Puntos de interés: Una gran etapa montañera.








 
 
















































 
4ª etapa: Salardú - Refugio de Conangles
 
Longitud: 21 kms.
Desnivel positivo: 1.176 m.
Desnivel negativo: 850 m.
Lugares de paso: Arties, Ribera de Valarties, Pont Resec, Pontet de Rius, Port de Rius (2.340 m.). 
Puntos de interés: Iglesias románicas de Salardú y Arties. Vistas de la cara norte del Montardo desde el camino de Valarties. Estany de Rius.


























 

 
5ª etapa: Refugio de Conangles - Vielha
 
Longitud: 16,5 kms.
Desnivel positivo: 887 m.
Desnivel negativo: 1.472 m.
Lugares de paso: Boca sur del túnel de Vielha, Port de Vielha (2.470 m.), Font Freda, Ribera Riu Nere.
Puntos de interés: Se atraviesa el punto más alto de la travesía. Vistas de la Val de Mulheres y del macizo de la Maladeta.
















 

Castilsabás y la Sierra de Guara (31 de diciembre de 2015 a 3 de enero de 2016)

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En esta ocasión hemos pasado el fin de año en el pequeño pueblo de Castilsabás, que se encuentra a tan solo 15 kms. de la ciudad de Huesca, en la comarca de la Hoya de Huesca y al pie de la vertiente meridional de la Sierra de Guara.
 
A la entrada del pueblo, al que se llega por la carretera que lleva a Vadiello, se encontraba nuestro alojamiento, el Albergue Refugio El Pajar:


 
 
Se trata, en efecto, de un viejo pajar, construido en piedra, que fue reformado y lleva ya abierto 23 años como alojamiento, según nos contó Ismael.


 




 
 
Castilsabás
 
Se asienta sobre una colina a unos 720 metros de altitud.
Su nombre hace referencia a un antiguo castillo del que únicamente queda el solar.
Cuenta con apenas una decena de habitantes y pertenece al municipio de Loporzano.
Muy próximos al pueblo, en un paraje poblado de olivares, se encuentran la ermita de la Virgen del Viñedo y un molino de aceite del siglo XIX que ha sido rehabilitado recientemente.
 
Ermita de la Virgen del Viñedo
La romería tiene lugar el 1 de mayo y a ella acuden desde principios del siglo XII los vecinos de los doce pueblos del antiguo Abadiado de Montearagón (Castilsabás, Santa Eulalia la Mayor, Ayera, La Almunia del Romeral, Sasa del Abadiado, Barluenga, Loporzano, Chibluco, Bandaliés, San Julián de Banzo, Sipán y Loscertales) en agradecimiento a la Virgen por haberles liberado de una epidemia de garrotillo, una enfermedad mortal que afectaba a los recién nacidos.


 
 
Molino de aceite de Castilsabás
El edificio es una sencilla construcción de tapial sobre zócalo de sillería, en la que muros y esquinas aparecen reforzados con sillares.
Está cubierto con tejado a una sola vertiente.
En el interior se conservan los algorines, la muela, la prensa de viga, los canalillos, los desagües y las piletas que permiten llevar a cabo todo el proceso para la obtención del aceite.
Una vez recogidas las aceitunas, se llevaban al molino y se echaban en los algorines (o depósitos rectangulares).
La muela consta de una balsa, en la que se introducían las aceitunas, y de una piedra de moler, que era movida con la ayuda de una mula o asno que giraba en torno a la balsa. De esta manera se trituraban las aceitunas y la pasta obtenida se echaba en unas esteras circulares de esparto.
La prensa es una estructura realizada en madera, con una viga central de doce metros de longitud, que funciona como una gran palanca. En un extremo de la viga se colocaban las esteras de esparto, apiladas una encima de la otra para ser prensadas y así extraer el aceite; en el otro extremo se halla una gran piedra, llamada quintal, que hace de contrapeso y es elevada mediante otra viga de madera en forma de torno, llamada husillo o caracol, poniéndose así en marcha el mecanismo de la prensa. A medida que los operarios hacían girar el husillo, la piedra o quintal quedaba suspendida, haciéndose así fuerza y prensándose las esteras de esparto con la pasta de aceitunas que se encontraban en el extremo opuesto. El aceite extraído corría por unos canalillos situados en la base de la prensa y se dejaba reposar en las pilas de decantación para que se eliminaran las impurezas.





 
 
Santa Eulalia la Mayor
 
Se encuentra frente a Castilsabás, al otro lado de la carretera que conduce a Vadiello y constituye un balcón desde el que se divisa toda la Hoya de Huesca.
En lo alto de la localidad se encuentran la ermita románica de Sescún (siglo XIII), de forma rectangular, y una torre defensiva (siglo X), de origen musulmán y forma cilíndrica.


Vistas de Santa Eulalia la Mayor desde nuestro albergue


Iglesia de San Pedro


Horno en plena calle








Vistas desde la torreta, con el Borón, el Frachineto y el Mondinero en segundo plano




 

 
Ruta por la Ribera del Jalón: De Morata a las Torcas de Chodes
 
Fecha: Jueves 31 de diciembre (algunos la hicieron el día siguiente, el de Año Nuevo).
Distancia: 9 kms.
Desnivel acumulado: Inapreciable.

Es una ruta circular que nace junto al centro de salud de Morata de Jalón (provincia de Zaragoza) y está balizada como Ruta Ribera del Jalón.


Palacio de los Condes de Argillo (Morata de Jalón)


A la ida tomamos el Camino del Baldío, una pista de tierra, cementada en algunos tramos, que pasa al pie de riscos como el Sillón del Rey o la Peña del Reloj. Al otro lado del Jalón podíamos ver las ruinas del castillo de Chodes, en lo alto de otro promontorio rocoso.




La meta preparada para la San Silvestre que se correría por la tarde


A la izquierda, el Sillón del Rey






Peña del Reloj


Castillo de Chodes


Nos aproximamos hasta el paraje kárstico de las Torcas de Chodes, con sus curiosos pináculos calcáreos. En las paredes rocosas anidan los buitres. El lugar constituye una escuela de escalada muy popular, en la que hay abiertas numerosas vías.




Peña Agujereada






Se rodea la Peña Coñeriza y a la altura de la Peña Agujereada, un espectacular puente de piedra, debe cruzarse el río Jalón por un puente y tomar por la senda que continúa por su margen izquierda, a lo largo del meandro formado por el río, que corre aquí encajonado entre los paredones que se desploman desde el pico de la Viuda y las llamadas Paredes Negras. Es este un tramo en el que crecen las choperas a ambos lados del río.


Río Jalón


Al otro lado del meandro se llega al túnel del ferrocarril, iniciándose desde aquí la vuelta. No hay más que atravesar el túnel, abierto bajo el pico de la Viuda, y enlazar al otro lado con el Camino de las Torcas, que nos lleva a Chodes, donde merece la pena acercarse hasta su original plaza ochavada.




Plaza ochavada de Chodes


Se sale de Chodes por la calle de la Panadería y el camino se dirige hacia el Puente de Capurnos y Morata, en donde desembocamos en el preciso instante en que está finalizando la San Silvestre, la carrera popular que se corre a final de año.

Castillo de Chodes
Se yergue en lo alto de las Hoces del río Jalón.
Hay ya constancia de su existencia en el siglo XIII.
Perteneció a los Martínez de Luna, que eran condes de Morata.
Hoy solo se conservan algunos de sus muros.
 
Plaza ochavada de Chodes
Es un conjunto urbanístico que corresponde a un plan trazado a finales del siglo XVII por el arquitecto Juan de Marca (que también es responsable del Palacio de los Condes de Argillo, en Morata de Jalón, y del Puente de Capurnos, en el camino que une Morata con Chodes).
En torno a este espacio, actual Plaza de España, iría desarrollándose la nueva población de Chodes, tras abandonar sus moradores la antigua, que se extendía al pie de la roca en la que se levantaba el castillo.
Fue declarada Bien de Interés Cultural en 2001.
Conforma un polígono de doce lados, con dos viviendas en cada uno de los lados. Son, por tanto, veinticuatro viviendas o casas las que dan a la plaza, todas ellas de dos pisos, unidas entre sí por paredes de tapia valenciana.
Cuenta la plaza con tres portadas para entrar y salir; el espacio correspondiente a la cuarta portada, la del este, se reservó a la iglesia. Sobre la portada del sur se edificó la casa consistorial.
Los cuatro lados correspondientes a los tres arcos y a la portada de la iglesia son mayores, debido a que albergan las dos viviendas más el espacio del propio arco.
 
Enlaces
La torca de Morata de Jalón y el meandro de Chodes (Senderos Turismo de Aragón)

Bibliografía
Ver ruta De Morata a Chodes, recogida en el libro dedicado a la comarca de Valdejalón y publicado por la editorial Prames (páginas 108 a 113).

 
 
La ermita rupestre de San Martín de la Val de Onsera

Fecha: Viernes 1 de enero
Longitud: 9 kms. (ida y vuelta)
Desnivel acumulado: 540 metros.

Esta ruta tiene su punto de inicio en un aparcamiento próximo a la localidad de San Julián de Banzo y sigue un sendero de pequeño recorrido (PR-HU 165), que inicialmente coincide con el trazado del GR-1.
 
La excursión discurre por el lecho de un barranco seco y por un espeso bosque de carrasca y boj, llevándonos hasta la ermita troglodítica de San Martín de la Val de Onsera (Bal d'Onsera), emplazada en uno de los rincones más perdidos sorprendentes de la Sierra de Guara.
El topónimo Val de Onsera parece hacer referencia a la presencia de osos en tiempos pretéritos por estos lares.

Desde el aparcamiento se desciende hasta el fondo del barranco y se camina durante un rato por su angosto y seco lecho de cantos rodados.




Se llega a un punto en que, en caso de seguir por el barranco, debería salvarse un escalón de 100 metros de desnivel mediante una serie de nueve rápeles. Debe abandonarse el fondo del barranco y remontarse la ladera hacia la derecha.

Se atraviesa la Puerta del Cierzo, una angostura o estrecho pasadizo bajo paredes rocosas, y un poco más arriba se deja a la derecha el desvío a los Campos de Ciano (GR-1).




Existen dos posibilidades de acceso al collado de San Salvador: la más corta es por el paso de La Viñeta, un muro vertical equipado con sirgas, pasamanos y escaleras; la más larga, que evita la anterior, es la antigua Senda de los Burros, recientemente recuperada, que asciende entre el bosque de carrascas y bojes, trazando numerosas zetas para vencer la fuerte pendiente. Aquí nuestro grupo de dividirá en dos, si bien la primera de las alternativas resultará mucho más fácil de lo esperable y al alcance de cualquiera.





Paso de La Viñeta
 



Alcanzando el collado de San Salvador por la Senda de los Burros
 

En el collado de San Salvador (1.100 m.) se da vista a las espectaculares paredes de las Peñas de San Martín, sobre las que aletean los buitres leonados.




Peñas de San Martín




 
 
Desde el collado, una vez que nos hemos vuelto a reunir, se inicia un vertiginoso descenso que nos lleva hasta el fondo del barranco, equipado también con sirgas y pasamanos.






 

Llegamos finalmente a la ermita rupestre de San Martín de la Val de Onsera, que se encuentra en un escondido paraje, al pie de un impresionante anfiteatro de roca, del que se despeña una cascada de unos 30 metros de altura.










Se conserva parte de su fachada original de sillarejo. Bajo una gran bóveda de piedra se abre el espacio ocupado por la capilla y el altar. Por unas escaleritas puede accederse hasta la campana para hacerla sonar.




El origen de la ermita es visigótico y se remonta al siglo V, es decir, a los primeros siglos de la cristianización en estas tierras del Alto Aragón, que fue llevada a cabo por el Obispo de Tours.
En la Alta Edad Media fue un importante monasterio que gestionaba la vida de otros monasterios de la zona, como San Chinés de Isarre, San Urbez de Nocito o San Cosme. Se cree que en él residió San Urbez, consagrado a la vida eremítica. El lugar estuvo relacionado durante la Edad Media con el mito de la fecundidad, acercándose hasta él los reyes y los nobles aragoneses, en la creencia de que ello les aseguraría tener descendencia.
Los vecinos de los pueblos cercanos aún celebran una tradicional romería el último domingo de mayo.

Enlaces
Folleto de la ruta en PDF

Bibliografía
Ruta nº 20 (San Martín de la Val de Onsera) del libro titulado Excursiones en la sierra y cañones de Guara. Juanjo Alonso. Editorial Desnivel.

 
 
Del embalse de Vadiello al Macizo de Ligüerri

Fecha: Sábado 2 de enero
Longitud: 8 kms.
Desnivel acumulado: 500 metros.

Es esta una ruta circular con inicio y final en el embalse de Vadiello, en el que se remansan las aguas del río Guatizalema.

Se trata de una ruta muy activa en la que se pasa al pie de los mallos de Ligüerri o de Lazas, esos espectaculares torreones y agujas de conglomerado que son una formación típica de las sierras exteriores del pirineo. Entre ellos se encuentran los denominados El Puro, San Jorge (que es el de mayor altura), El Casco del Diablo, La Mitra, La Patata o El Elefante. Conforman una alocada fiesta geológica, en palabras de Juanjo Alonso, autor de la guía de excursionismo en la que nos inspiramos para elegir la ruta.


Mallos de Ligüerri (Vadiello, Aragon, Spain) from Margouillat4 on Vimeo.


En la subida hay tres pasos o escalones equipados con cuerda. El primero permite acceder hasta una balconada al pie de El Puro; los otros dos se encuentran en la escarpada canal que viene a continuación.


Mallos de Ligüerri o de Lazas


Los picos de Frachineto y de Mondinero


El mallo de El Puro


Embalse de Vadiello, Frachineto y Mondinero


La canal se abre a partir de aquí 


Superando un escalón con ayuda de una de las cuerdas


Superada la canal, comenzamos a recorrer en el sentido de las agujas del reloj la cresta rocosa que forman los picos pertenecientes al macizo de Ligüerri. Las vistas desde aquí arriba son impresionantes en todas las direcciones.










A nuestra izquierda veremos los Mallos de Aliana, conocidos como Los Pepes, con la característica hendidura que separa uno del otro.


Los Pepes


Un frío viento nos azota por momentos en esta travesía por los picos de Ligüerri, descendiendo a continuación hasta el cuello de Ligüerri (1.140 m.), un paso situado al pie del pico del Borón (1.313 m.), al que finalmente, tras algunas dudas, no subiremos.














 Pico del Borón


Picos de Frachineto y Mondinero


Mientras nos sentamos a comer en el collado de Ligüerri, unos nubarrones descargaron sobre nosotros las únicas gotas de lluvia de la jornada.


 En el cuello de Ligüerri


A partir de aquí se inicia el descenso por un desdibujado sendero que no es fácil seguir. A ratos caminamos entre los bojes y a ratos lo hacemos por el canchal de piedra caliza suelta. En ocasiones los hitos se pierden y hay que guiarse por la intuición.

Algunos apurados destrepes nos llevan hasta el fondo del Cañón del Diablo, parcialmente seco. La progresión se hace dificultosa y la noche parece que va a echársenos encima, pese a que tenemos ya bien cerca las aguas del embalse de Vadiello.

Siguiendo por las panzas de la orilla izquierda del cañón conseguimos salir a un puente por el que pasa un camino bien marcado y equipado en algunos tramos con barandillas. Se trata del Camino Natural Hoya de Huesca, que viene de Nocito y se dirige al aparcamiento de Vadiello y de ahí a Santa Eulalia la Mayor.

Por este camino llegamos en unos tres cuartos de hora al punto de partida, ya de noche, tras atravesar varios túneles con ayuda de los frontales. Nos hemos librado de una buena.

Enlaces
Embalse y Mallos de Vadiello (Turismo Hoya de Huesca)

Bibliografía
Ruta nº 19 (Macizo de Ligüerri) del libro titulado Excursiones en la sierra y cañones de Guara. Juanjo Alonso. Editorial Desnivel.

Año 2016

Una escapada a Oliete (5 a 8 de diciembre de 2015)

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Al igual que el año pasado por estas mismas fechas, algunos privilegiados se montaron una escapada a Oliete (Teruel), a apenas quince días de unas nuevas elecciones generales. No por ello se perdieron el emocionante debate a cuatro organizado por Atresmedia y la Sexta, aunque haya quien siga manteniendo que un debate a dos es más debate.
Esta vez la estancia coincidió con una cata de aceite organizada por la asociación Apadrina un Olivo.

Oliete
La población tiene en torno a 500 habitantes y se encuentra en la vertiente norte de la Sierra de los Moros, a orillas del río Martín, un afluente del Ebro.
Su casco antiguo se asienta sobre una suave colina de 540 m. de altitud.


Dos vistas de Oliete








 

Los íberos
En las proximidades de Oliete se localizan dos asentamientos íberos, que han sido excavados por los arqueólogos y declarados bien de interés cultural:
  • El Palomar.
  • El Cabezo de San Pedro.
En las antiguas escuelas del pueblo se ubica un centro de interpretación sobre la cultura ibérica, gestionado por el Parque Cultural del Río Martín.





Pueblo viejo de Belchite
 
Esta población de la provincia de Zaragoza fue escenario en 1937 de una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil, que lo destruyó completamente y lo redujo a escombros.
El régimen de Franco decidió abandonarlo totalmente y fundar a su lado un pueblo nuevo, que pasaría a conocerse como Belchite nuevo.
Sus ruinas se han utilizado como escenario para el rodaje de diversas películas.
Durante décadas podían visitarse libremente las ruinas, a cualquier hora y sin ningún tipo de control.
Pero desde 2013 se ha vallado su perímetro, de manera que las visitas han pasado a ser guiadas, teniendo una duración de hora y cuarto, y un coste de 6 euros por persona.
La principal razón para que se cerrara el acceso libre, amén del peligro de derrumbes, fue el vandalismo, responsable del expolio de los restos, de los destrozos en el patrimonio y de la proliferación de basuras.
El escritor galés Ken Follet situó en Belchite algunos pasajes de su reciente novela El invierno del mundo.
Otra curiosidad es que la madre de Joan Manuel Serrat era nacida aquí.





























 
Presa romana de Almonacid de la Cuba
 
Se encuentra  en el curso medio del río Aguasvivas, al norte de la sierra de Belchite.
Sus dimensiones eran de 120 m.de longitud, 34 m. de altura y 27 m. de anchura, con una capacidad de 6 millones de metros cúbicos de agua, destinados tanto a uso urbano como agrícola.
Se trata de la presa de mayor altura de las existentes en el Imperio Romano, al menos de las que se tiene constancia.






 

 
Alcaine

Es una pequeña localidad, cercana a Oliete, que se halla enriscada y enclavada en la Hoz del río Martín, junto a la cola del embalse de Cueva Foradada.
Sus calles son de trazado árabe y en lo alto se levanta su castillo musulmán, construido en el siglo XI, con un total de once torres, en la actualidad bastante deterioradas.
En sus alrededores pueden encontrarse fácilmente numerosos restos de fósiles.

Nuestros compañeros se acercaron a pie a Alcaine desde el mismo Oliete en una excursión circular de casi 20 kms. de longitud. Una buena pateada con buen tiempo, como se aprecia en las fotos. El anticiclón de las Azores se resiste a abandonarnos.






Oliete




Oliete


 
 
 



Embalse de Cueva Foradada


Alcaine en lo alto










 El castillo de Alcaine












 Llegando a Alcaine


 En Alcaine


 Iglesia de Alcaine


 Casas de Alcaine














 De vuelta en Oliete
 

Por el valle de La Barranca: El Camino Ortiz y la Senda de la Tubería (9 de enero de 2016)

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Esperábamos encontrar algo de nieve en La Barranca, pero prácticamente no quedaba nada de lo caído en las jornadas precedentes.
Desde el aparcamiento que hay a la altura del Hotel La Barranca, que parece actualmente cerrado, no sabemos si de manera definitiva o por reforma, echamos a andar por la ancha pista de tierra que remonta el fondo del valle.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tras pasar junto al área recreativa de Las Vueltas y el parque de aventuras De Pino a Pino, llegamos a la curva de la que parte el Camino Ortiz, una senda de 4 kms. de longitud que recorre la ladera occidental del valle de La Barranca hasta morir en la explanada que antiguamente ocupaba el Real Sanatorio del Guadarrama. Nadie parece tener ni repajolera idea de quién es el tal Ortiz, como tampoco nadie sabe quién era el tal Ruiz al que aludió don Mariano en el debate a dos, el auténtico debate, con Pedrito Sánchez.
 
 
 
 
 Inicio del Camino Ortiz
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Del Real Sanatorio del Guadarrama, que funcionó hasta mediados del siglo pasado para atender a los afectados por enfermedades pulmonares, no queda hoy absolutamente nada. Al menos hemos sido incapaces de encontrar vestigio alguno en la amplia explanada en la que se asentaba. Y es que sus ruinas fueron dinamitadas en 1994.
No obstante, voy a ofrecerles una foto que guardo y que puede tomar solo unos meses antes de ser demolido.
 
 
 
 
Sus instalaciones fueron inauguradas en 1917 a bombo y platillo. Antonio Machado lo inmortalizó en uno de sus poemas, el titulado Flor de verbasco, y Camilo José Cela estuvo ingresado en 1931 en él, víctima de la tuberculosis, sirviéndole la estancia de inspiración para escribir años después su segunda novela, Pabellón de reposo.
 
 
 
 


En la explanada donde se ubicaba el monasterio
 
 
El viejo edificio abandonado del sanatorio sería también usado como escenario para rodar algunas escenas de una película de terror que tuvo bastante tirón en su época, La noche de Walpurgis, una coproducción hispano-alemana dirigida por Leon Klimowsky, protagonizada por Paul Naschy y estrenada en 1971. A raíz de esta película a las ruinas del viejo sanatorio se las empezó a conocer como Walpurgis y fueron muchos los aficionados a la parapsicología, al ocultismo y otros friquis que se acercaron a visitarlas, asegurando escuchar psicofonías mientras deambulaban por sus desvencijadas estancias.
 
Un poco más arriba alcanzamos el mirador de las Canchas, que ofrece buenas vistas de La Bola y de La Maliciosa, aunque en algunos momentos las nubes cubran parcialmente sus siluetas.
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 Las chicas de la Cruz Roja, dijo alguien
 
 
 Unos fofisanos


Todos y todas
 
 
 
 
Desde aquí decidimos por continuar ascendiendo suavemente por la Senda de la Tubería. Dicen que la vieja y oxidada tubería sirvió en su momento para proveer al viejo sanatorio antituberculoso de agua captada en el arroyo de Peña Cabrita.
 
 
 
 
 
 
Nos sentamos a comer pasada la Peña Horcón, junto a unas rocas, en un punto en que la senda alcanza lo alto del cordal de las Cabrillas, dando vista al cerro del Telégrafo, los Siete Picos y el Cerro Ventoso.
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 
La Senda de la Tubería desemboca en el PR-M 17, un poco por debajo del collado de los Emburriaderos. Por este último sendero comenzamos a descender hacia el valle para volver al punto de partida.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
Documentación
 

Del camping de Valle Enmedio a Peña Blanca y Cueva Valiente (16 de enero de 2016)

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Habían pasado unos cuantos años desde mi última visita a Peguerinos y a mitad de semana, en un momento de lucidez, me vino a la cabeza la idea de volver por allí y subir hasta Cueva Valiente desde el camping de Valle Enmedio. Ahora en casa, llegado el momento de hacer balance, he de decir que hemos pasado un día espléndido, pese a las frías temperaturas, acordes por otra parte al tiempo duro de invierno que es propio de estas fechas.
 
Peguerinos (1.340 m.) ha estado tradicionalmente ligado a la explotación de sus pinares, de los que se extraía, entre otros productos, la pez, obtenida a partir de la destilación de la trementina y destinada a calafatear el caso de los buques, impermeabilizar el interior de las botas de vino o marcar al ganado. De hecho, el nombre del pueblo parece tener que ver con los términos peguera (lugar en que se fabrica la pez) o pegueros (fabricantes y vendedores de pez).
 
Tras tomarnos un café en el bar-tienda que hay junto a la oficina de turismo, nos acercamos hasta el camping de Valle Enmedio (1.450 m.), situado a orillas de un arroyo en pleno corazón de los Pinares Llanos, un extenso paraje en el que hace ya unos cuentos años tuvieron lugar las primeras pruebas internacionales de orientación celebradas en España.
 
 
 
 
Cien metros antes de la entrada del parque, se inicia una pista que asciende suavemente en paralelo al arroyo de Valle Enmedio. Estamos en terreno dominado por el pino albar o pino rojo, que aquí en nuestra sierra llamamos pino de Valsaín.
La moderada helada caída esta noche hace que el suelo cruja bajo nuestras pisadas. Y es que el sol, a estas horas de la mañana, apenas ha conseguido remontar los riscos que cierran este barranco hacia levante.
 
 
 
 
 
 
 
 
Al cabo de un rato llegamos el refugio de Valle Enmedio (1.625 m.), construido en los años setenta por el ICONA, pero actualmente en ruinas.
 
 
 
 
En este punto abandonamos la pista que habíamos traído hasta el momento y tomamos un sendero que comienza a trepar por la ladera que tenemos a nuestra derecha.
 
Alcanzamos el cordal y nos desviamos por él unos 20 minutos a mano derecha para acercarnos hasta los riscos de Peña Blanca (1.622 m.), que conforman un precioso balcón desde el que contemplar el paraje de los Pinares Llanos, con sus bosques y sus praderas, en toda su extensión. En estos peñascos hay numerosas vías de escalada que son la delicia de los aficionados a esta práctica.
 
 
 
 
Peña Blanca
 
 
 
 
Tras deleitarnos un buen rato con las vistas, nos dirigimos al collado del Hornillo (1.637 m.), atravesado por la carretera forestal que viene del alto de los Leones.
 
Continuamos nuestro ascenso por el pinar. A medida que ganamos altura iremos encontrando pinos a los que la escasa nieve caída en los últimos días, congelada en sus acículas, da un curioso aspecto.


Cabeza Líjar


 
 


Alto de Bañaderos
 
 
Tras faldear el Alto de los Bañaderos (1.865), salimos al collado de las Yeguas o de Valle Enmedio (1.820 m.), en el que decidimos sentarnos a comer sobre unas piedras.
 
 
 
 
Repuestas las fuerzas, acometemos los últimos 20 minutos de ascenso hasta la cumbre y vértice geodésico de Cueva Valiente (1.903 m.). A estas alturas los achaparrados pinos cobran un aspecto como de algodón.




 
 
 
 
 
 
 
 
Se cuenta que entre los riscos que hay alrededor de la montaña de Cueva Valiente tuvo su escondite el bandolero Juan Plaza. En el mapa, al norte de la cumbre, viene marcado el Peñón de Juan Plaza, un promontorio rocoso que parece que era también denominado Los Tres Hermanos por los lugareños.
 
Desandamos lo andado hasta desembocar nuevamente en el collado de las Yeguas y viramos hacia poniente para dirigirnos hasta el collado de la Gargantilla (1.640 m.), una encrucijada de caminos.




 
 
A partir de aquí iremos perdiendo altura, dejando a nuestra derecha el arroyo del Chubieco. En la bajada nos desviaremos varios centros de metros para acercarnos a un lugar en el que se conservan, semiocultos entre los pinos, varios parapetos y trincheras que datan de la Guerra Civil.
 
Reanudamos la marcha, pasando a continuación junto a la pequeña presa de Peguerinos, que con las lluvias de estos días pasados se ha llenado y ha comenzado a soltar agua por su aliviadero.
 
 
 
 
En breve nos plantamos en el camping de La Nava y rodeándolo alcanzamos y atravesamos el camping de Valle Enmedio para salir al aparcamiento en que hemos dejado el coche. Nos tomamos el merecido refrigerio en el bar del camping, donde nos atiende Mariana, una rumana afincada en nuestro país, muy predispuesta a la conversación.
A la vuelta, escucharemos en el coche, entre otras hierbas, este mítico temazo que Simon & Garfunkel compusieron a principios de los setenta:

 

 
Archivos
Rutas a pie por Peguerinos

Enlace
Peña Blanca(por Andrés Campos): Se describe cómo subir a Peña Blanca desde el camping de Valle Enmedio.

Subida al Cerrón desde el puente de El Cardoso (23 de enero de 2016)

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El Cerrón (2.199 m.) puede considerarse la segunda cumbre más alta de la Sierra de Ayllón, tras el pico del Lobo (2.273 m.), exceptuando alguna otra cumbre secundaria que hay próxima a esta última.
 
La ascensión al Cerrón es toda una clásica por la Sierra de Ayllón. Se trata de una subida larga, quizá excesivamente larga para esta época del año, que nos decidimos a acometer contando con que había previsión de buen tiempo.
 
Hemos iniciado la subida en el puente de El Cardoso, que salva las aguas del Jarama y se encuentra junto a la entrada al Hayedo de Montejo. Serían aproximadamente las once menos cuarto de la mañana cuando nos pusimos en movimiento.
 
 
 
 
 
 
 
 
La subida es muy tendida al comienzo, pero más adelante se endurece, alcanzándose finalmente el cordal pizarroso que une El Cerrón con el Santuí, al que los lugareños suelen referirse como La Calahorra, a la altura del collado del Agua Fría.
 
 
 
 
 
 
 
 




 
 
 
 
 
 







En el collado del Agua Fría





 
Dejando el Santuí a nuestra espalda, continuamos en dirección a nuestro objetivo. Los últimos metros hasta encaramarnos al vértice geodésico del Cerrón se hacen interminables. Es de estas cumbres que engañan. Parece que está ahí mismo, pero siempre queda algo que el ojo no alcanzaba a ver. Tras unas cuatro horas, contando paradas, logramos hacer cumbre. Pisaremos algo de nieve solo en este tramo final.
 
 
En el collado de Ortigosa
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El día es agradable. Luce el sol y apenas sopla el viento. No hay noticias de los fríos invernales. Unos metros por debajo de la cumbre, al abrigo de una rocas, nos sentamos a comer, sin dejarnos llevar demasiado. Nos queda aún una larga bajada.
 
 
 
 
 
 
 
 
Hablando de futuros proyectos
 
 
Perdemos altura en dirección al valle del río Ermito, por el que volveremos hasta el punto de partida, completando una fantástica ruta circular.
 
 
 
 
 Al fondo., las cumbres nevadas del entorno del pico del Lobo
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En la cabecera del valle del río Ermito nos aguardan varias sorpresas botánicas, en forma de serbales, tejos y algunas hayas.
 
 
 
 
 
 
 
 
Nos quedan aún seis kilómetros de descenso en paralelo al cauce del río Ermito. La noche nos va a caer encima, pero el ancho camino nos da seguridad. Tan solo hay que salvar de piedra en piedra las aguas de los arroyos del Sestilón, de la Ortigosa, del Corcejón y de Ravinate, que se despeñan desde la montaña.
 
 
 
 
 
 
 
 
Unos minutos antes de las ocho llegamos a los coches. Es noche cerrada. No tan cerrada gracias a la luna llena, que asomó hace un rato.
Otro día en el que hemos sacado los guetres a pasear. Los fríos y las nieves parecen negarse de momento a visitarnos.
 
 
 
 
No tengo nada más que contarles. Habrán observado que hoy no les he hablado de la etimología de algún accidente geográfico, ni de ningún bandolero que anduviera por estos montes, ni de las ruinas de un monasterio cisterciense, ni ná de ná. Habrá quien diga que estoy perdiendo facultades o que se me ha agotado el repertorio. Créanme si les digo que aún tengo cuerda para rato.
 
Vamos, no obstante, a despedirnos con los Vamps, versionando Cecilia, el mítico tema de Simon & Garfunkel. Ya saben, flores, libertad sexual, hacer el amor y no la guerra, y el gran quilombo que se montó en Woodstock. Ah, qué lejos nos quedan esos tiempos.
 
 
 
 
Datos de la ruta
Longitud: 16 kilómetros.
Desnivel: 950 metros.
 
Bibliografía
Ruta nº 4 (Ascensión al Cerrón) del libro Las mejores excursiones por la Sierra de Ayllón. Miguel Ángel Díaz y J. Alberto López. Editorial El Senderista. Se propone la ruta que hemos hecho pero en sentido inverso.
 

De San Lorenzo del Escorial a La Torrecilla y el Risco Alto (30 de enero de 2016)

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Tras el café y los reencuentros con algunos viejos conocidos, salimos del pueblo en dirección a la presa del Romeral y en un improvisado zigzag alcanzamos sucesivamente la Primera y la Segunda Horizontales.


Carlos de Nápoles


Bar El Candil








Segunda Horizontal

 
Por la última de estas pistas forestales, que discurre a una altura de unos 1.350 metros, caminamos en dirección oeste. Aquí nos sorprende la presencia de numerosos alerces, que debieron ser plantados hace algunas décadas.
Pasamos junto a la entrada del arboreto Luis Ceballos y, manteniendo el rumbo en todo momento, atravesamos el área recreativa de Los Llanillos, un antiguo vivero forestal en el que se iniciaron los trabajos de reforestación del monte de Abantos.


Caño de Los Llanillos
 
 
El ancho camino da paso a una senda, se franquea un arroyo y... Nos damos de bruces con un cercado de piedra, que era lo esperado y que hace algunos años se saltaba con toda comodidad. Pero han tenido la ocurrencia de instalar un vallado metálico, que afortunadamente podemos cruzar por debajo.











 
Nuestro sendero se pierde. Remontamos unos metros un pedregal y luego caminamos a media ladera, manteniendo más o menos la altura, hasta llegar al pie de La Torrecilla, o La Aguja, un peñasco o monolito de gneis, de 15 metros de altura, que se eleva sobre la vaguada del Barranco Lobero.


Monte de Abantos


Pico del Fraile




La Torrecilla






 
 
En las oquedades del risco parecen tener su nido los buitres. Uno de ellos planea varias veces sobre nuestras cabezas, a cortísima distancia, se posa sobre el risco y vuelve enseguida a echarse a volar. Unos metros por debajo nuestro, pasa al trote una manada de ocho o diez corzos, trepando por la agreste ladera. Es el momento salvaje del día, un auténtico episodio de Fauna ibérica.







 
Se cuenta que los primeros escaladores de que se tiene constancia de haber escalado La Torrecilla y hollado su cima, fueron unos peñalaros, entre ellos José María Boada, que la bautizaron con el pomposo nombre de El Coloso de Rodas. Consumaron su ascensión en 1926, publicándose un relato de la hazaña, acompañado de fotografías, en la revista Peñalara.
 
Se supone que a unos doscientos metros de aquí, caminando hacia poniente, se encuentra la Sima de los Pastores, una grieta en el terreno que los pastores taparon en tiempos pretéritos con piedras y ramas, hartos de que se les cayeran las reses en su interior. Dice de ella Cayetano Enríquez de Salamanca que tiene unos diez metros de profundidad y que de ella arrancan varias bocas de otros cuatro o cinco metros de desarrollo. Hay también una leyenda, que recreamos al final, sobre un tesoro de monedas de oro escondido en su interior.
 
Como se nos antoja harto difícil dar con la sima en paraje tan fragoso, optamos por remontar la ladera y alcanzamos el cordal, que viene del alto de la Cereda o de la Paradilla, a escasos metros del vértice geodésico que marca la cumbre del Risco Alto (1.679 m.), denominado Barranco de la Cabeza en los mapas.


La Torrecilla


Las Machotas








Pico de San Benito


Pico de San Benito y La Almenara










En la cima del Risco Alto
 
 
Descendemos por lado opuesto, siguiendo el cordal, y nos sentamos a comer entre unas rocas, dando vista a los Pinares Llanos y a Peguerinos






 
 
Llegados al puerto de San Juan de Malagón (1.537 m.), decidimos alargar un poquito la ruta, subiendo a la Cruz de Rubens y conectando a la altura de la pradera y fuente del Cervunal, cubiertas de una fina película de nieve, con el GR-10, que baja al Escorial de forma muy directa.














Cruz de Rubens












Las Machotas












Junto a la fuente del Cervunal






Al terminar la ruta, nos sentamos a tomar algo en la terraza de la cafetería Pan y Canela, en la plaza de la Cruz. Bien abrigados se está a gusto. El Niño parece tener algo que ver con que de momento no nos hayan llegado los fríos en este invierno.




 
 
Poco más hay que comentar, así que vamos a dejarles con el famoso pasodoble Islas Canarias, en homenaje a Rosa, que hoy ha venido con nosotros por primera vez:
 
 
 
 
El tesoro escondido de la Sima de los Pastores
Es una leyenda popular que fue recogida por el Padre Carlos Vicuña en su libro Anécdotas de El Escorial.
Su protagonista era un funcionario llamado Rafael Corraliza, que trabajaba en la pagaduría de las obras del Monasterio del Escorial, encargado de administrar los dineros destinados a financiarlo y de pagar las soldadas a los obreros empleados en su construcción.
Tanto dinero pasaba por sus manos, que sucumbió a la tentación y decidió dar el golpe de su vida. Con una bolsa bien repleta de doblones de oro, guardada en una faltriquera y atada a la cintura, escapó una fatídica noche sin luna en dirección a Portugal, tomando el camino que creía menos vigilado, la vereda que iba hacia Robledondo. Cuando tan solo llevaba andados unos pocos kilómetros, terminó por caer en las profundidades de esta sima, en la que aún hoy se encontrarían su cuerpo y el valioso tesoro que portaba.
 
Enlaces

De Colmenar de la Sierra a La Vihuela y la Cabeza del Viejo (6 de febrero de 2016)

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Que estén retransmitiendo esta noche la Gala de los Goya no es ni puede ser impedimento para que demos cuenta de la ruta de hoy a nuestros ansiosos lectores.
Desde Colmenar de la Sierra nos hemos acercado a la aldea fantasma de La Vihuela, en plena sierra de Ayllón, que quedó abandonada a mediados del siglo pasado, para luego subir a la Cabeza del Viejo y completar una extraordinaria ruta circular por estos agrestes y pizarrosos parajes, tapizados de robles, encinas, pinos, jaras y brezos.
Nos hemos reunido para la ocasión un nutrido grupo de senderistas, con algún que otro debú y el acompañamiento de principio a fin de Cloe, la perrita de los que llevan el bar de Colmenar, por cierto cerrado a primera hora de la mañana.






 
 
Salimos de Colmenar de la Sierra (1.171 m.) por el Camino Viejo de Matallana, balizado en estos últimos años como PR-GU 02, descendiendo hasta el cauce del río Jarama, que se cruza cómodamente por el restaurado Puente Viejo de Matallana. De este antiguo puente de piedra solo quedaban, hace no tanto, los arranques de piedra de cada orilla, pero hará unos tres años se construyó un sencillo puentecito de madera para unirlos.












Cloe






Puente viejo de Matallana


Río Jarama
 
 
Seguimos caminando un poco por la otra orilla en dirección a Matallana hasta que abandonamos el sendero para comenzar a remontar la loma de La Cabezuela.








Colmenar







 
Poco a poco vamos superando el desnivel, saliendo finalmente a la ancha pista de tierra que se conoce como Camino de los Arrieros. Girando por este cómodo camino a la izquierda se llega al cabo del rato al Collado de la Vihuela (1.416 m.).






Colmenar








 
 
Desde el collado, en el que el viento nos azota, se hace difícil distinguir la escondida aldea de La Vihuela. Iniciamos el descenso en su busca, perdiendo algo más de 150 metros de altura hasta que avistamos, al otro lado del barranco, dos casas de lajas pizarrosas, una de ellas en ruinas.








Colmenas
 
 
Se encuentra La Vihuela a unos 1.250 m. de altura, en el fragoso barranco del arroyo Vallosera, un afluente del Jarama cuyo nombre parece aludir a la presencia de osos en tiempos pasados. Quedó la aldea abandonada en la pasada década de los 50 y acto seguido sus tierras fueron compradas por el ICONA a sus propietarios, con vistas a destinarlas a repoblaciones forestales; hoy deben ser propiedad de la Junta de Castilla-La Mancha. La inauguración del embalse de El Vado en 1954 contribuyó aún más si cabe a su aislamiento y supuso la puntilla para cualquier esperanza de supervivencia de esta aldea. De las ocho o diez casas que debió de tener en sus buenos tiempos quedan hoy solo dos en pie, aunque una de ellas tiene el techo hundido; la otra ha sido completamente rehabilitada y debe estar habitada, no sabemos si de forma continua o temporal.
 
 
La Vihuela
 

La Vihuela


 
 
La Vihuela
 
 
La Vihuela




La Vihuela

 
Continuamos nuestra andadura remontando la áspera loma de los Colladillos. En este tramo nos encontraremos las pendientes más duras de la jornada. Algunos senderistas mascullan entre dientes palabras aquí irreproducibles, aunque todo de buen rollo, como es natural. Forma parte del ritual de lo habitual.




 



 
 


 


 
Tras ganar de nuevo algo más de 200 metros de altura, paramos a comer a la altura de unas paredes pizarrosas, contra las que nos recostamos. Al salir las viendas a la palestra, Cloe se activa y se pone un tanto pesada. Echamos aquí de menos a Maite y a la correa que suele traer para inmovilizar a Rayo y a Lola.
 
 






 
 
La niebla va cubriendo las cumbres circundantes y el frío arrecia. No es cuestión de prolongar el parón por largo tiempo. Damos buena cuenta del té en sus diversas variantes e incluso de algún chupito de pacharán y reanudamos nuestro camino.




Pico San Cristóbal

 




Ascendiendo en zigzag hacemos cumbre, entre la niebla, en la Cabeza del Viejo (1.700 m.), con vértice geodésico y caseta de vigilancia de incendios. Las condiciones meteorológicas nos impiden disfrutar de las vistas.
















 
 
Bajamos por un cortafuegos entre el pinar, en el que amaina el viento, y volvemos a conectar con el ancho Camino de los Arrieros, que seguimos ahora hacia la izquierda. Nos quedan aún unos cuantos kilómetros para desesperación de alguno.






















 
 
Colmenar aparece y desaparece. Por momentos se acerca y por momentos se aleja. En el tramo final abandonamos la pista para seguir por el PR que viene de El Cardoso, desciende hasta un arroyo, lo cruza y remonta la cuesta que se inicia en la margen contraria. Solo al final, cuando estamos a escasos metros, surge de nuevo Colmenar, cuyas farolas ya se han encendido. Queda poquito para las siete. 22,6 kms., en total, según el GPS de Teo.

















 
Nos encontramos con la agradable sorpresa de que el bar de la plaza está a estas horas abierto. En su interior hay un ambiente carnavalesco de primera. Por momentos nos planteamos incluso quedarnos a pasar la noche.
 
 
Campanilla, un burrito del pueblo


Para el facebook de Seche


 
 
Para que no puedan decir que desciende el nivel de las crónicas, vamos a dejarles con el mítico San Francisco, compuesto por Scott McKenzie e interpretado por The Mamas & The Papas:
 
 
 
 
If you're going to San Francisco,
be sure to wear some flowers in your hair

 
Enlaces
La Vihuela (por Andrés Campos)
 
Bibliografía
En su clásico libro Andar por la sierra de Ayllón, Manuel Rincón propone una ruta para aproximarse a La Vihuela desde Colmenar de la Sierra, aunque no coincide exactamente con lo que hemos hecho nosotros hoy. En concreto, es la ruta nº 22 del libro.
 

Una circular entre dos pueblos alcarreños: Moratilla de los Meleros y Fuentelencina (13 de febrero de 2016)

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No se cumplieron los negros presagios, señores. Ni cuatro gotas nos cayeron y, por una vez, les estoy diciendo la verdad y nada más que la verdad.
Tanto la semana pasada como esta hemos hecho ruta por la provincia de Guadalajara. En ambos casos nos hemos desplazado a pueblos cuyo nombre hace referencia a la miel. No ha sido premeditado. Ha salido así.
 
Hace siete días nos acercamos a Colmenar de la Sierra y hoy hemos iniciado nuestra ruta en Moratilla de los Meleros, que es uno de los ocho pueblos que pertenece a la Mancomunidad Villas Alcarreñas (junto con Alhóndiga, Auñón, Fuentelencina, Horche, Peñalver, Romanones y Tendilla). En cada uno de estos pueblos se balizó hace unos 10 años, con la ayuda del Club Alcarreño de Montaña, una ruta senderista con las marcas blancas y verdes de los senderos locales.


 
 
En concreto, hoy, tras tomarnos el café en el bar Las Escuelas, vamos a tratar de hacer la ruta SL-7, una circular que se inicia en Moratilla y se dirige a Fuentelencina siguiendo el arroyo de Carraguadalajara. La vuelta a Moratilla se hace por un camino un poco más al sur, que pasa junto a la ermita de la Virgen de la Oliva. Tiene una longitud de unos 15 kms. y el desnivel es más bien escaso, caminándose en todo momento entre los 900 y los 980 m. de altitud.
 
 
 
 
Bar Las Escuelas
 
 
 
 
Salimos de Moratilla por la calle que asciende entre la iglesia de la Asunción y el bar Las Escuelas, pasando junto a la antigua picota, en la que se administraba justicia conforme a los usos medievales. En este punto se inicia el camino que vamos a seguir y que en los primeros kilómetros discurre remontando el curso del arroyo de Carraguadalajara.
 
 
Iglesia de la Asunción (Moratilla)
 
  
 Ayuntamiento de Moratilla
 
 
 
 
 
 
Rollo jurisdiccional de Moratilla
 
 
Junto al cauce del arroyo se extienden las choperas, mientras a la derecha de nuestro camino, a media ladera, crecen dispersos algunos cenicientos olivos, muy a tono con tan grisáceo día.
 
 
 
 
 
 
Reloj que marcas las horas...
 
 
 
 
 
 
 
 
Olivos cenicientos
 
 
Como a los dos kilómetros atravesamos el paraje del Molino, más húmedo, en el que se levantan varias casas. La vegetación se muestra exuberante, gracias a que el terreno se ha replantado con numerosos árboles (coníferas, cipreses, etc.).
 
 
 
 
 
 
Algo más adelante vamos apartándonos del fondo del valle para ascender a la meseta que se eleva a nuestra derecha.
Desde lo alto de la meseta ya nos es visible la torre de la iglesia de Fuentelencina, que emerge entre los campos de cultivo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 Ermita de San Agustín (Fuentelencina)








A la entrada de Fuentelencina, que es algo más grande que Moratilla, pasamos junto a la ermita de la Soledad.
En su Plaza Mayor destaca la fachada del antiguo Ayuntamiento o Casa Consistorial (s. XVI) y su doble galería porticada, con ocho columnas bajas y otras tantas en el piso principal. Su puerta de acceso consta de doble arco con columna central, rematada por tres escudos, que representan los emblemas heráldicos del Emperador Carlos I, de la Orden de Calatrava, a la que perteneció la villa en otros tiempos, y de esta última.
Por detrás de la Iglesia de la Asunción se encuentra el Mirador del Terrero, una balconada que ofrece buenas vistas de la vega que se extiende a los pies del pueblo. Un lugareño nos da palique y nos indica la ubicación de la Fuente de Abajo (s. XVIII), con seis caños en forma de cabezas de león, y del Albergue San Agustín, que llevan los agustinos.
 
 
 
 
Ermita de la Soledad (Fuentelencina)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Casa Consistorial de Fuentelencina
 
 
Iglesia de la Asunción (Fuentelencina)
 
 
 
 
 
 
La Fuente de Abajo y el Albergue San Agustín
 
 
 
 
 
 
 
 
Aprovechando que la lluvia no ha hecho acto de presencia, nos sentaremos a comer a las afueras de Fuentelencina, en el suelo del frontón. A su lado se encuentra el refugio municipal, que gracias a su porche hace también las veces de merendero cubierto.
 
 
Fuentelencina
 
 

 
Refugio municipal
 
 
 
 
Con ocho basta
 
 
Iniciamos el retorno a Moratilla siguiendo las marcas blancas y verdes de nuestro sendero. Sin embargo, en algún punto debimos despistarnos, echándonos algo más a la derecha de lo debido, pues terminamos por volver a salir al camino de ida a la altura del paraje del Molino. No logramos, por tanto, completar el círculo previsto.
 
 
Almendro en flor
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sobre las cuatro menos cuarto llegamos de nuevo a los coches para dejar los trastos y, acto seguido, volver a entrar en el bar Las Escuelas para la espuela.
 
 
Iglesia de la Asunción (Moratilla)
 
 
 
 
Iglesia de la Asunción (Moratilla)
 
 
Bar Las Escuelas (Moratilla)
 
 
Ha sido el día del ocho. Éramos ocho, tres lemkos entre ellos. La ruta discurrió entre dos pueblos de la Mancomunidad Villas Alcarreñas, integrada por un total de ocho pueblos. Ocho eran las columnas de cada una de las dos galerías de la Casa Consistorial de Fuentelecina y en este último pueblo nos hicimos una foto de grupo a la altura del ocho de su frontón.
 
Moratilla de los Meleros
Este pueblo alcarreño, recostado a los pies del cerro de San Blas, se ubica en el fondo de un vallejo en el que confluyen los arroyos de la Vega, Saornil y Carraguadalajara.
Probablemente su monumento más original, declarado Bien de Interés Cultural en 1992, sea el rollo o picota, que se asienta sobre cuatro gradas circulares y concéntricas. En los cuatro brazos de la parte superior, adornados con cabezas de león, se exponían los reos y las cabezas o cuerpos de los ajusticiados. Se alza en una placita con mirador sobre la vega del arroyo de Carraguadalajara y es signo de villazgo, es decir, nos informa de que el pueblo poseía el estatus o jurisdicción de villa, con la consiguiente capacidad para administrar justicia.
La iglesia parroquial de la Asunción, fundada en el siglo XIII, conserva de la primitiva construcción románica su portada con arquivoltas. En su interior destaca su artesonado, fechado a principios del XVI.
 
Archivos
 

La Mezquita de Omar (14 de febrero de 2016)

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La Mezquita de la M-30 fue inaugurada en 1992, tras cinco años de obras. Dicen que la mayor parte de la financiación empleada en su construcción provino de las arcas del rey Fahd, de Arabia Saudí.
 
 





 
Su fachada está revestida de mármol blanco y su interior, por lo que he leído, se inspira en nuestra Alhambra de Granada, el espléndido palacio de los nazaríes.
 
 
La sala de oración, con el mihrab al fondo
 
 
 
 
El complejo, de unos 12.000 kilómetros cuadrados, distribuidos en varias plantas, no funciona solo como centro de oración. Es también sede del Centro Cultural Islámico y cuenta con biblioteca, salas de exposiciones, restaurante y cafetería entre otras dependencias.
 
 
 
 
 
 
El Restaurante Alzahra ofrece los domingos un menú por 14 euros, con bufé de entrantes y segundo plato a elegir. El precio incluye una bebida (no alcohólica) y té a la hierbabueba para la sobremesa. Los pastelitos árabes los cobran aparte (a 80 céntimos por unidad).
 
 
En el Restaurante Alzahra
 
 
Planes futuros
 
 
 
 
Enlaces

Una circular desde La Granja, pasando a los pies del cerro Morete (20 de febrero de 2016)

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La Junta Gestora que se ha constituido esta semana, tras la dimisión de varios moderadores del grupo, que están siendo investigados judicialmente por su presunta implicación en una trama de financiación ilegal, se ha estrenado proponiendo una ruta circular desde La Granja.
 
La idea inicial consistía en ascender al cerro Morete (2.130 m.), subiendo por el alto de los Poyales (2.020 m.) y descendiendo por el puerto del Reventón (2.040 m.).
 
Finalmente no lograríamos completar la totalidad de la ruta, haciendo 12,2 kms., en lugar de los 15 kms. previstos, y alcanzando una cota máxima de 1.990 metros, quedándonos a poco más de 100 metros de la cumbre del cerro Morete.
 
 
Urbanización Caserío de Urgel
 
 
El inicio de la ruta fue un tanto caótico. El que hacía de guía se separó del resto del grupo y a la altura del Esquinazo tuvo que contactar con ellos por medio del móvil, mientras otro reconocido moderador extraviaba su cámara de fotos, que lograría recuperar gracias a la ayuda de otros excursionistas que venían por detrás.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Montón de Trigo y Mujer Muerta
 
 
 
 
 
 
 
 
Tras cruzar el puentecillo sobre el arroyo Morete, el grueso del grupo tiró de frente, despreciando la trocha que a mano izquierda ascendía en zigzag por el pinar. Es verdad que el terreno nevado propicia estos despistes, pero lo cierto es que la Junta Gestora no estaba dando muestras de solvencia y competencia.
 
 
Arroyo Morete
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El sendero salva el repecho y desemboca en una pista maderera por la que se continúa, pasando junto a la fuente del Montañero y dejando a un lado la característica silueta redondeada del cerro del Moño de la Tía Andrea.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
Continuamos ascendiendo por fuerte pendiente, abriendo huella en la nieve y dejando a nuestra derecha el cauce del arroyo Carneros. A cada paso nos cae encima la nieve depositada en las ramas de los pinos, que va deshaciéndose conforme aprieta el sol.
 
 
 
 
 
 
En algún punto nos introducimos, sin ser conscientes de ello, en la vaguada formada por el arroyo de Hoyo Espeso, que desciende de la izquierda. Cruzamos finalmente este último arroyo y seguimos ascendiendo por entre nieve y piornos. El grupo va paulatinamente estirándose y disgregándose, en un auténtico sálvese quién pueda, pero las espléndidas vistas de la mole de Peñalara nos recompensan y nos hacen olvidarnos de la aspereza del terreno.
 
 
 
 
 
 
Peñalara
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nos cruzamos con otro grupo de excursionistas, que andan sobre raquetas y vienen del chozo que hay junto a la fuente del Infante, en el camino que asciende de La Granja al puerto del Reventón.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Alcanzamos el cordal que se desgaja desde el cerro Morete en dirección suroeste y, pasadas las dos y media, nos sentamos a comer junto a unas rocas. Estamos a casi dos mil metros de altura y probablemente no lejos de la cumbre del cerro Morete.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tras dar cuenta de nuestras viandas y pegarle unos tientos al ponche caballero y al fra angélico, nos ponemos nuevamente en movimiento. Descartamos hacer cumbre, dado que hay que ir abriendo huella en la nieve, algo siempre fatigoso, y puede hacérsenos muy tarde, optando por seguir la huella que nos han abierto los de las raquetas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hacemos un faldeo a media ladera y descendemos hasta el rellano en el que se encuentra la fuente del Infante, junto a la que se levanta un pequeño chozo circular.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Chozo de la Fuente del Infante
 
 
En este punto se conecta con el ancho camino que desciende a La Granja desde el puerto del Reventón, siguiéndolo cómodamente hasta la urbanización Caserío de Urgel, en la que dejamos aparcados nuestros coches.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sobre las seis y media concluimos la ruta, momento en que el sol, próximo ya a la línea del horizonte, teñía de tintes rosáceos la blanca silueta del Peñalara. La Junta Gestora acertó a salvar los muebles. Nadie daba un duro por ella.
 
 
 
 
Bar Segovia
 
 
Reyes y Jefes de Estado desde Don Pelayo
 
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